La visión que cambió el enfoque de Pedro – Hechos 10: 1-16
Hoy seguiremos hablando del Libro de los Hechos. Ya mencionamos la conversión de Saulo y la forma poderosa en la que Dios le usó, ya como Pablo, pues a través de sus viajes misioneros fue el apóstol para los gentiles, es decir, no judíos, y ciertamente no fue el único apóstol que Dios usó. Pedro también tuvo esta tarea.
Así daremos lectura a Hechos 10: 1-16; dice así:
“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. Él, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas. Ido el ángel que hablaba con Cornelio, este llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían; a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo. Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.”
Este capítulo resulta muy interesante, pues marca un antes y después de cómo la salvación llegó a los gentiles. Pedro, como aquel que se le habían dado las llaves del reino, ya había abierto las puertas de la fe para los samaritanos, como se puede leer en el capítulo ocho de los Hechos. Y ahora Dios lo usaba para atraer a los gentiles a su iglesia, Gálatas 3:27-28 dice:
“porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
Este suceso se da aproximadamente diez años después de Pentecostés, un tiempo en el que Pedro fue preparado para que llevara el mensaje de salvación.
Ahora era el turno para Cornelio. Él y toda su casa recibirían el mensaje de salvación y gracia por medio de Pedro, pues si bien es cierto, como podemos notar en la lectura, a este Cornelio se le apareció un ángel. Dios no usa a los ángeles para predicar el mensaje de salvación y gracia, Dios lo hace a través de medios humanos.
Los ángeles sólo entregan un breve mensaje de parte de Dios, pero no predican.
Dios responde a la oración que se hace de todo corazón. Este fue el caso de Cornelio: El ángel del Señor le dio una instrucción sencilla a Cornelio y él obedeció de inmediato, enviando a buscar a Pedro.
Pero surge una pregunta. ¿Por qué no usar a Felipe quien estaba en Cesarea (como lo podemos ver en Hechos 8:40)? Felipe, el hombre que Dios usó para que le predicara al eunuco que iba de Jerusalén a Gaza. Sin embargo, fue Pedro a quien Dios escogió, pues era él a quien se le dieron las llaves del reino.
Así, Dios puede usar a personas específicas para momentos específicos. También Dios usó la visión de la comida para demostrar a Pedro que los gentiles no eran inmundos.
La distinción entre alimentos limpios e inmundos era algo que constantemente se daba entre judíos y gentiles en aquel tiempo, así que Dios le da una importante lección espiritual, enseñándole a Pedro que aquello que Dios ha limpiado no es inmundo.
Pedro temía ser visto con gentiles y ser juzgado por ello, pero recordemos la respuesta de Jesús cuando se escandalizaban de él por comer con publicanos y pecadores. Él dijo:
“No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos, porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores.” Mateo 9:12-13.
Es importante tener esto presente. Si Dios te elige, ¿a qué esperar? Cumplamos con obediencia para aquello que él nos llama.
