Permaneced en mí
Texto: Juan 15:1-11
Transcripción
Introducción
Estimados hermanos y amigos continuaremos estudiando el evangelio de Juan, hace 8 días terminamos meditando el capítulo 14 del evangelio de Juan, lo titulamos “Palabra de consuelo”. Hoy iniciaremos meditando el capítulo 15 del evangelio de Juan, lo hemos titulado “Palabra de exhortación”.
Encontramos la palabra de exhortación: “Permaneced en mi”.
La única forma de que los creyentes podamos llevar fruto es que permanezcamos en Cristo. Para que los discípulos puedan entender esta enseñanza. Les habla en una manera de alegoría. La alegoría es un recurso muy común en las Escrituras y los discípulos, que seguramente ellos tenían conocimiento y ellos entendían cuando Jesús les hablada de esta manera.
Jesús cita texto bíblico que habían aprendido desde niños y que seguramente les había explicado a algunos de sus discípulos. Algunas de las referencias son: Jer. 2:21; 6:9; Ez. 17:5-10; 19:10-12.
15:1 “Yo soy la vid verdadera”.
La vid simboliza del pueblo de Dios, y así lo entendieron los discípulos de Jesús en aquel tiempo. El propósito de las vides existe para dar fruto y de la misma manera el pueblo existe para dar fruto. Sabemos que el dueño de la vid es el Señor Jesús que tienen derecho de esperar el fruto que les corresponde. Es importante que sepamos que la raíz, el tronco, la vid misma es Jesús. Este es muy importante que se nos quede bien claro: El pueblo no es el pueblo de Dios sin su unión con Cristo y Cristo es el pueblo.
Versículo 1: “mi Padre es el labrador”.
El Padre y el Hijo nunca se presentan separados, cada quién obrando aparte; todo lo contrario: obran juntos. El Padre se presenta en las enseñanzas de Jesús, como el obrero agricultor, el que se dedica al buen crecimiento de las plantas, no como un “simple” obrero o trabajador, sino el que concentra sus esfuerzos en el desarrollo de sus sembrados, en este caso la vid.
Lo que notamos es que el Padre pone toda su atención en la obra de Jesús; es importante notar la participación del Padre es activa y directa. La vid y los pámpanos sabemos que necesitan cuidado paternal y es el Padre, con su actividad providencial, quien se lo da. La actividad del Padre tiene el propósito de que la vid y pámpanos, lleve mucho fruto, y todo lo que hace está. proyectado hacia este fin. La participación del Padre es necesario para que la vid pueda llevar fruto.
La Biblia nos enseña que la actividad del Padre es doble: quita los pámpanos infructuosos y limpias los fructíferos. La actividad no tiene como el fin el quitar retoño, sino el de asegurar la productividad de la planta. Pero la participación es clara: Solamente los brotes productivos se quedan. Los brotes que quedan son limpiados o purificados; así de la misma manera en el sentido espiritual. En el v. 3 dice “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Jesús se dirige a sus discípulos, diciéndole que ya están limpios o purificados y que esta purificación se realizó por medio de la palabra (v.3).
Pbro. Pedro Arcos Sánchez