Vivifícame, oh Dios – Salmo 119:25-32

Meditación sobre Salmo 119:25-32 por el A. I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

El Salmo 119, nos hace reflexionar acerca de la excelencia de la palabra de Dios.

La letra del abecedario hebreo que nos toca estudiar es” DÁLET” que significa “Puerta de Tienda o forma de entrar a un lugar especial”.    

El versículo 25 dice:

Abatida hasta el polvo está mi alma;
Vivifícame según tu palabra.

El salmista empieza el pasaje con una oración, pidiendo un avivamiento de su alma, que se siente desfallecida, al borde de la muerte, hasta abajo, hasta el piso, y es que su alma esta humillada, lamentándose, no se puede caer más bajo, está en el polvo, en el lugar de la muerte. Es una imagen que nos deja ver el nivel de pesar y desasosiego en que se encuentra.

No sabemos cuál es la causa o la queja, pero no se siente con fuerza o ánimo para seguir, es algo espiritual, no ve, ni halla una salida. A veces nosotros estamos en esta situación y ya no tenemos fuerzas para seguir adelante.

Desde el fondo de su ser el salmista exclama, ¡Vivifícame!, dame vida, revíveme, Ayúdame.

Yo creo lo que dice tu palabra, porque la palabra de Dios es vida.

En el libro de Hebreos 4:12 dice: 

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

En momentos de angustia, oremos a nuestro Dios, creamos en su palabra y hagamos nuestras sus promesas.

En los versículos 26 y 27 del salmo dice:

Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;
Enséñame tus estatutos.
Hazme entender el camino de tus mandamientos,
Para que medite en tus maravillas.

El salmista, le conto a Dios todo sobre sí mismo, su vida. Él se confesaba totalmente y con libertad delante de Dios, no tenía secretos. Como quien plática con un amigo, le contaba sus angustias, sus miedos, sus pensamientos, sus deseos, buenos y malos, en todo momento. Hermanos, cuanto más humildemente confesamos nuestras necesidades y debilidades, más confiados podemos estar de que Dios nos escuchará. 

El salmista, sentía una necesidad de conocimiento de Dios, por eso pidió entendimiento, sabiduría, para conocer y entender su palabra, lo que Dios ha hecho por él, nosotros al igual que él debemos pedir sabiduría y entendimiento, para entender sus estatutos y meditar en su palabra, para saber que quiere Él de mí, (que quiere de cada uno de nosotros).

En el versículo 28 dice:

Se deshace mi alma de ansiedad;
Susténtame según tu palabra.

La ansiedad del corazón es algo que mata, cuando las aflicciones abundan, la vida parece una muerte prolongada. A veces nosotros nos angustiamos y sentimos que no tenemos paz y no tenemos un refugio al cual acudir. Por eso el salmista ora a Dios mantenme vivo, dame fuerza, sostenme, porque creo en tu palabra, tu eres mi roca, mi salvación, mi refugio.                          

En libro de 2 Samuel 22:3, dice:

Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio;
Salvador mío; de violencia me libraste.

Hermanos, cuando nos sentimos sin fuerzas para seguir adelante y que los problemas y preocupaciones nos abruman, debemos orar a nuestro Dios, confiando en que Él nos escucha y cumple su palabra.

En los versículos 29 y 30 dice:

Aparta de mí el camino de la mentira,
Y en tu misericordia concédeme tu ley.
Escogí el camino de la verdad;
He puesto tus juicios delante de mí.

El salmista, tuvo la tentación de la mentira, hermanos nosotros también la tenemos continuamente, debemos pedir a nuestro Dios que tenga misericordia, nos proteja y aleje de nosotros esta tentación, y nos conceda la gracia de cumplir los mandatos de su ley.                

Como dice el Salmo 19: 7 y 8

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

Cuando tenemos presente la palabra de Dios, podemos reconocer aquello que nos aparta del buen camino. Dios espera que nosotros escojamos como el salmista el camino de la verdad.

El Apóstol Pablo en Colosenses 3 :17 nos dice:

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Hermanos, que la verdad en Cristo Jesús more en nuestro corazón, en la verdad de nuestras palabras y en la verdad de nuestros hechos.

En los versículos 31 y 32 dice:

Me he apegado a tus testimonios;
Oh Jehová, no me avergüences.
Por el camino de tus mandamientos correré,
Cuando ensanches mi corazón.

El salmista entiende que debe estar apegado a la palabra de Dios, porque es la única puerta para llegar a Dios, si confía en su palabra, Dios no permitirá que él sea puesto en vergüenza.

Al principio del pasaje el salmista esta afligido, humillado hasta el polvo, pero ahora él está firme, apegado a la palabra de Dios. Se prepara para recorrer el camino, más fuerte, sosegado, tranquilo, con paz en el corazón, confiado en que Dios está al mando de su vida.

Como dice en 2 Timoteo 3 :15 al 17

Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Hermanos, la puerta para llegar al conocimiento de Dios es su palabra, a través de ella Dios se revela a nosotros y nos muestra el camino de la salvación.

A. I. Nelson Daniel Miranda Giles

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