Cómo obtener un corazón íntegro

Meditación sobre Salmo 119:73-80 por el A.I. José A. Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Yod

73 Tus manos me hicieron y me formaron;
Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.
74 Los que te temen me verán, y se alegrarán,
Porque en tu palabra he esperado.
75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,
Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
76 Sea ahora tu misericordia para consolarme,
Conforme a lo que has dicho a tu siervo.
77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva,
Porque tu ley es mi delicia.
78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado;
Pero yo meditaré en tus mandamientos.
79 Vuélvanse a mí los que te temen
Y conocen tus testimonios.
80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,
Para que no sea yo avergonzado.

Esta porción de la Biblia empieza con la letra hebrea Yod, la cual representa a la letra j.

Y Jesús la menciona en Mateo 5:18 “hasta que pasen el cielo y la tierra. Ni una jota ni una tilde pasarán de la ley hasta que todo se haya cumplido”

Iniciando nuestra meditación en el versículo 73, nos dice:

Tus manos me hicieron y me formaron;
Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

El salmista primeramente reconoce a Dios como su creador; como quien lo formó del polvo de la tierra y no tan solo nos creó y formó, sino que nos hizo a imagen y semejanza suya. Esta aceptación y reconocimiento lo llevarán a una obediencia, respeto y amor por su Creador, por lo que le pide entendimiento de sus mandatos.

Dios nos hizo por encima de toda su creación, dándonos entendimiento para mantener una relación con Él. El comprender y aceptar esto, nos lleva a la necesidad de aprender los mandamientos de nuestro Creador. Un creador sabio, amoroso y justo.

En el versículo 74, declara el salmista,

Los que te temen me verán, y se alegrarán,

cuando un hombre recibe la gracia de Dios se dar de bendición para otros que también le temen. Se alegrarán por encontrarse y se reunirán gozosos para hablar de su Palabra. Porque dice el salmista,

 Porque en tu palabra he esperado.

Todo lo que sostiene a un creyente es la palabra de Dios y en ella finca toda su esperanza.

El versículo 75, dice así:

Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,
Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

Nos dice que sus juicios son justos. El salmista nos enseña que no tan solo debemos aceptar la voluntad de Dios en tiempos de aflicción, porque es nuestro Dueño y Señor, sino que debemos también aceptarlo porque su juicio es justo y sabio.

Job en su aflicción pudo decir: sea el nombre de Jehová bendito.

El creyente a través del conocimiento de la Palabra podrá reconocer que los juicios de Dios son justos y en la ficción poder sentir la fidelidad de Dios.

En el versículo 76 el salmista clama:

Sea ahora tu misericordia para consolarme,

El salmista se refugia en la misericordia de Dios y se sostiene en los propios dichos, en su palabra y pide misericordia en su aflicción, ya que,

conforme a lo que has dicho a tu siervo

El salmista toma como algo propio lo que Dios ha dado a la humanidad y se inclina en reverencia declarándose su siervo.

Vengan a mí tus misericordias, para que viva,
Porque tu ley es mi delicia.

El salmista reconoce que la misericordia de Dios llega a través de su Palabra y ha llenado su vida. Sin el regalo de esta misericordia nos hallamos desanimados y vacíos.

El versículo 78 nos declara:

Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado;

Spurgeon [Charles H. Surgeon] nos explica esto de una manera sencilla:

La vergüenza es para los soberbios, pues es vergonzoso ser soberbio. La vergüenza no es para los santos, pues no hay nada en la santidad de que avergonzarse.

En la medida que mantengamos una relación con Dios más fuerte, más difícil será que el mundo nos avergüence

Pero yo meditaré en tus mandamientos.

El creyente debe de meditar en la Palabra de Dios porque esta es su Ley y su Ley nos lleva al conocimiento de la verdad y del amor de nuestro creador y esta cercanía con él nos aleja de la soberbia.

El versículo 79 nos dice,

Vuélvanse a mí los que te temen

El salmista convoca -exhorta- a todos los que temen a Dios -a quienes conocen sus decretos- a estar firmes, porque entre ellos se hallará consolación, porque

Y conocen tus testimonios.

El creyente no debe entrar en conflicto con sus hermanos en la fe, porque conocen a Dios y le temen y el Espíritu de Él vive en sus corazones. El pueblo de Dios debe reunirse para orar unos por los otros y por el mundo.

Dios en ellos ha manifestado su maravillosa gracia y misericordia.

El versículo 80, nos invita el salmista y dice

Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,
Para que no sea yo avergonzado.

El salmista clama a Dios una mayor obediencia a sus decretos. Sabe de qué depende del señor para obtener un corazón íntegro y no ser avergonzado y tener una vida saludable con Dios y su pueblo.

Mis queridos hermanos. unámonos al salmista pidamos ser consolados por la bondad de Dios. Dejemos que su misericordia nos dé vida y aliento en nuestros corazones.

Que la soberbia no se manifieste en nosotros, para que podamos estar en la presencia de todo aquel que conoce y teme a Dios y tener un corazón íntegro, que solo el conocimiento de los estatutos de Dios nos pueden dar.  

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