El siervo busca la Palabra de Dios – Salmo 119:121-128
Meditación sobre Salmo 119:121-128 por el Pbro. Pedro Arcos S.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Continuamos con este recorrido por el Salmo 119, hoy llegamos a la estrofa número 16.
Estimados hermanos y amigos, les invito a escuchar los versículos que forman esta estrofa y cómo la Palabra de Dios nos da una maravillosa bendición.
Ayin
121 Juicio y justicia he hecho;
No me abandones a mis opresores.
122 Afianza a tu siervo para bien;
No permitas que los soberbios me opriman.
123 Mis ojos desfallecieron por tu salvación,
Y por la palabra de tu justicia.
124 Haz con tu siervo según tu misericordia,
Y enséñame tus estatutos.
125 Tu siervo soy yo, dame entendimiento
Para conocer tus testimonios.
126 Tiempo es de actuar, oh Jehová,
Porque han invalidado tu ley.
127 Por eso he amado tus mandamientos
Más que el oro, y más que oro muy puro.
128 Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas,
Y aborrecí todo camino de mentira.
El salmista comienza avanzando un poco más en su vida. Hoy nos cuenta un poco de su carácter y actitudes. Dice de él que es un hombre que hace juicios, pero en ellos hace justicia. En una sociedad donde las personas o la gente juzgan mucho al ajeno, actuando con poca justicia, resalta terriblemente. Pero el salmista nos deja su ejemplo para que sepamos que sí se puede ser justo.
El ser justo no nos libra de tener opresores. Es más, aumenta la opresión, ya que a las personas no les gusta que se actúe según la verdad, mostrando con exactitud las fallas de ellos. Pero al igual que el salmista podemos venir al Señor y rogarle que no nos deje solos en las garras de nuestros opresores. No estamos solos. Nuestro Dios justo está con nosotros.
En el verso 122 leemos lo que para mí es una revelación tremenda; para el salmista también. Me impresiona muchísimo la relación que este hombre tenía con Dios y su testimonio. Aquí sólo dejaré alguna meditación, alguna reflexión; pero les invito a escudriñar en esta tremenda revelación.
Un fiador es aquel que nos representa y nos garantiza. El salmista pidió a Dios que fuera su fiador, y esto me parece extraordinario. Pienso ¿cómo pedir a Dios eso? pero la tremenda verdad es que nuestro Señor Jesús fue en la cruz como nuestro fiador. Nos representó. Pagó nuestra deuda, y hoy asegura nuestra salvación.
¡Qué revelación tan profunda! ¡qué revelación tan maravillosa! Observemos en este Salmo que el salmista también le pide a Dios que no permita que los soberbios le opriman.
Yo les pregunto a ustedes: en este día, en este momento, ¿sientes opresión? lo que tenemos que hacer es acudir a Él. Acudir a nuestro Señor. Acudir a nuestro fiador, y pedirle que nos libre de nuestros opresores. Sabemos que Él murió en la cruz para que nosotros hoy -usted y yo- podamos vivir libres de temores, de opresiones.
En este día quiero decirles que nadie te desanime. Si sentimos que está tardando la respuesta, lo que tenemos que hacer es seguir buscando el rostro de nuestro Dios. Perseverar. Aunque muchas veces nos sentimos como el salmista, que nuestros ojos están ya cansados. Si estamos cansados no debemos tirar la toalla, debemos perseverar en la Palabra de nuestro Dios, confiar en Dios, confiar en su justicia, porque con seguridad Él va a obrar; nos va a hablar, nos va a responder.
Recordemos siempre lo que nos dice el Señor en el Salmo 68:5 . Nos dice “padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada”
Notamos que el salmista continúa clamando que Dios le haga misericordia y le enseñe sus estatutos.
Pienso en la actitud de este salmista, que es un hombre temeroso de Dios. Se acerca a la Palabra. Su deseo es aprender y entender la Palabra.
El salmista aun cuando pide y pide que Dios le favorezca, que sea su fiador, sabe que él solo en su siervo. Poe ello le ruega por entendimiento para conocer los testimonios de su Señor. Quiere conocer más; pero no más conocimiento intelectual, quiere conocer su mente, quiere conocerle a Él. Podemos decirle al Señor: Señor, dame más amor por tu Palabra, más reverencia, quiero amar profundamente tus mandamientos, quiero conocerte, quiero amarte; como el salmista reconozco que yo soy tu siervo, quiero conocer más y más a mi Señor, quiero agradarle cada día, en cada circunstancia; enséñame tus estatutos, dame entendimiento para conocerlos.
El salmista continúa diciendo algo que también me indica algo de amistad, relación y revelación que tenía este hombre. Nos dice o más bien le dice a Dios: “es tiempo de actuar”. Hay quienes dicen que Dios tiene su tiempo perfecto y no actuará ni antes ni después; pero leyendo la Escritura, he visto que Dios anhela que participemos con Él. Podemos ver el ejemplo de Dios con Abraham (Génesis 18) Dios está buscando a gente que diga como el salmista “es tiempo para que nos levantemos, para que sea establecida tu justicia, tu verdad.”
Creemos que Dios no quiere actuar, creemos que a Dios le agrada este mundo tal como está. ¡Señor, aviva tu iglesia! ¡aviva mi vida! ¡haz de mí aquella intercesora que siempre ha anhelado que sea! ¡Señor abre mis ojos y oídos espirituales para conocer tus tiempos!
Lo que quieres hacer, pedirle a Dios que comparte con nosotros como hizo con Abraham con David y con muchos otros siervos de Dios.
No permitamos que nos acomodemos a ver la inmoralidad como algo normal a nuestro alrededor. Sabemos que Dios es Dios de justicia.
Es interesante como el salmista va a finalizar diciéndonos “por eso” el verso 27.
“Por eso”, es decir, por todo lo anterior, que dice: ama la Ley más que cualquier bien material preciado; para él no hay mejor bien que la Palabra.
Una vez deberíamos examinar cuál es nuestra verdadera actitud y relación con la Palabra. Amamos la Palabra, es nuestra prioridad en nuestra vida, nuestra obediencia es la más absoluta prueba de nuestro amor.
Debemos tener claro que los mandamientos de Dios son rectos. Debemos valorarlos por encima de todos y de todas las cosas. Debemos alejarnos. Aborrecer todo camino de mentira.
Finalizó con unas palabras de nuestro Señor, que hallamos en el Evangelio, de cuando en el capítulo 14 verso 15
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Entonces en el libro de Proverbios también nos dice capítulo 3 versículo 89
“Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos los frutos [y luego viene la promesa] y serán llenos tus graneros con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto”.
Pero es muy claro lo que dice la Biblia “honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos”. Y como pueblo de Dios tenemos que honrar a nuestro Dios con nuestras primicias, con nuestras ofrendas y con nuestros diezmos, porque hay una promesa: “llenos tus graneros con abundancia”. Debemos creer lo que dice la Palabra.