Orando a nuestro Dios – Salmo 119:145-152
Meditación sobre Salmo 119:145-152 por el A. I. Nelson Daniel Miranda G.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Este Salmo, nos hace reflexionar acerca de la excelencia de la palabra de Dios, está arreglado en un patrón acróstico. Hay 22 letras en el alfabeto Hebreo, y este Salmo contiene 22 unidades de 8 versículos cada uno.
El día de hoy nos corresponde la décima novena sección, los versículos del 145 al 152.

La letra en el hebreo bíblico que nos toca estudiar es (COF)
Debe ser la primera percepción al despertar. El significado literal de la letra
CAF es «palma de la mano» – la costumbre de poner una palma sobre la otra al despertar, al recitar una plegaria de: «Te agradezco, Dios viviente y eterno, porque devolviste con misericordia mi alma dentro de mí; Grande es Tu fidelidad» El poner una palma en la otra cuando oramos a Dios, es un signo de subyugación, similar al acto de inclinarse frente a un rey. Cuando uno se inclina, nulifica totalmente la conciencia en su presencia, al poner una palma en la otra, uno entra en un estado de súplica y plegaria a Dios, con el fin de que Él revele su voluntad, su deseo.
Nuestro pasaje en el versículo 145 dice:
Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová,
Y guardaré tus estatutos.
El salmista ora en voz alta a Dios desde el fondo de su alma, concentrado, apartándose de todo lo que lo rodea, sinceramente desde lo más profundo de su corazón pide a Dios guardar sus estatutos, al orar pide que se cumpla la voluntad de Dios en él. Hermanos, como el salmista debemos rendir nuestro corazón a la voluntad de Dios, la oración debe formar parte de nuestra vida diaria.
En el versículo 146 dice:
A ti clamé; sálvame,
Y guardaré tus testimonios.
El salmista, eleva su plegaria suplicando ante la prueba y aflicción, pide una respuesta de Dios. Sálvame, líbrame de la tentación, para que guarde tus testimonios. El salmista oraba en voz alta, concentrado, reconociendo sus faltas, su debilidad, no buscando un beneficio propio sino suplicando por sabiduría, fuerza y la habilidad de obedecer la voluntad de Dios, escrita en su palabra.
El apóstol Pablo en Gálatas 5:16 dice:
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
El propósito del salmista es andar en el Espíritu y guardar la Palabra de Dios.
Nuestro propósito, hermanos, debe ser seguir guardando la Palabra de Dios en todo momento a pesar de las circunstancias que nos rodean, pues estamos ciertos que las promesas escritas en la Palabra de Dios son verdaderas.
En el versículo 147 dice:
Me anticipé al alba, y clamé;
Esperé en tu palabra.
El salmista se levantaba temprano, antes que saliera el sol, para orar y dar gracias por todo lo que tenía y exponer ante Dios sus faltas, debilidades, sus angustias. ¿En quién más podría confiar? Él esperaba en la palabra de Dios. Como dice en Job 8: 5 y 6
Si tú de mañana buscares a Dios,
Y rogares al Todopoderoso;
Si fueres limpio y recto,
Ciertamente luego se despertará por ti,
Y hará próspera la morada de tu justicia.
El salmista, era diligente en buscar de madrugada a Dios, espera y confía cumpliendo los mandatos de Dios. Hermanos, confiemos en que nuestro Dios escucha nuestras oraciones.
En los versículos 148 y 149 dice:
Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,
Para meditar en tus mandatos.
Oye mi voz conforme a tu misericordia;
Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.
El salmista, busca diligentemente la palabra que trae vida. Por eso persevera en el estudio de la palabra de Dios. No solo de madrugada, sino también se desvela estudiando y meditando en sus mandatos. El salmista ora a Dios y pide que le conteste conforme a su generosidad y benevolencia, que escuche su oración, lo reanime y le de nuevas fuerzas conforme a su voluntad.
En Marcos 11: 24-26 el Señor Jesús nos dice:
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
Hermanos, el salmista oraba conforme a la voluntad de Dios. Seamos humildes y sinceros al orar a nuestro Dios, para que nada estorbe nuestras peticiones, confesemos nuestras faltas y debilidades, para que Dios en su misericordia escuche nuestra plegaria.
En los versículos 150 y 151 dice:
Se acercaron a la maldad los que me persiguen;
Se alejaron de tu ley.
Cercano estás tú, oh Jehová,
Y todos tus mandamientos son verdad.
El salmista, sentía que los malvados lo seguían, lo asechaban y lo rodeaban, pero, aunque estaban ahí, él podía sentir y ver, que realmente ellos estaban lejos de la palabra de Dios, pues sus hechos malvados los denunciaban. Por el contrario, el salmista se sentía seguro, protegido, Dios estaba a su lado, él ha guarda los mandamientos y comprobado que la palabra de Dios es infalible y verdadera.
En 1ª Pedro 3: 12 dice:
Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos, atentos a sus oraciones;
pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal.
Hermanos, escudriñemos la palabra de Dios, ella transforma nuestras vidas, mantiene nuestra fe, estemos fervientes en su servicio, oremos diligentemente a Dios de mañana y Comprobemos como el salmista que la palabra de Dios es infalible y verdadera.
En el versículo 152 dice:
Hace ya mucho que he entendido tus testimonios,
Que para siempre los has establecido.
El salmista, tiene confianza en la palabra de Dios, ha estado estudiándola por mucho tiempo, su estudio le proporciona placer y deleite. Esto le llevo a entender que la ley de Dios no cambia, sus estatutos son para siempre, son eternos. Dios es el mismo ayer, hoy y mañana.
Hermanos, sigamos el ejemplo del salmista:
debemos orar con todo el corazón, con sinceridad.
Saber que oramos con un propósito, el salmista oraba para poder guardar su palabra.
buscarlo de madrugada, de mañana y aun en las vigilias de la noche.
Debemos pedir conforme a su misericordia, conforme a su voluntad.
Estemos seguros que Dios está cerca de nosotros y contesta nuestras oraciones.
En 1ª Juan 5: 14 y 16 dice:
Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Hermanos oremos a nuestro Dios, elevemos nuestras plegarias con la certeza de que Él nos contesta y está cercano a cada uno de nosotros.
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