El fariseo y publicano

Introducción

Debemos recordar que los discípulos de Jesús le preguntaron a Él, enséñanos a orar. Jesús les enseño a orar a sus discípulos. Encontramos en este Evangelio de Lucas, que nos habla de una mujer viuda y que no se dio por vencida hasta encontrar la respuesta de su situación. Nosotros como creyentes debemos orar, pero debemos orar con la actitud correcta de mente y corazón.

9. A unos que confiaban en si mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola.

Jesús contó esta parábola a un grupo de fariseos

La Biblia no nos dice cuando se lo dijo, no sé si fue inmediatamente después de la parábola de la viuda perseverante o lo dijo en otra ocasión, no lo sabemos. Lo que si es claro es que las dos parábolas van juntas.

Jesús conoce el corazón del ser humano. La Biblia dice “engañoso es el corazón más que tocas las cosas ¿quién la conocerá? Yo Jehová” Jesús dirige esta historia a quienes confiaban en si mismos, que eran buenos, quizás se creían sabelotodo y pensaban que todos los demás no tiene valor. Si leemos cuidadosamente los versos de la Biblia podemos notar que habla de personas, dos oraciones y dos resultados.

Dos hombres: Fariseo y publicano

10. Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.  

Debemos recordar que el templo no se usaba solamente para usos asuntos religiosos, ofrendas, sacrificios, sino también para devocionales privados. Podemos observar a un fariseo que entro al templo a orar. Pero también la Biblia nos dice que entró al templo un publicano.

Dos oraciones

11-12 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.

Podemos observar el fariseo como empieza su oración, seguramente su posición, a lo mejor estaba de pie, levantado sus manos. Porque ellos quieren ser vistos por los hombres.

Es interesante como se dirige a Dios, “Oh Dios”. Lo que se observa en este texto bíblico, el hombre está hablando de sí mismo. A través de su oración se está felicitándose a si mismo, alabándose a si mismo, en ninguna parte de su oración que el hace, no encontramos que confiesa su pecado. Sino encontramos orgullo, vanidades, elogio así mismo.

Y luego en su oración que él hace notamos que comienza comparándose con otras personas. Con aquellos de mala reputación.

De pronto la atención del fariseo es atraída al colaborador de impuestos que estaba ahí orando, pidiendo misericordia de Dios. Reconociendo sus pecados, No se dio cuenta que el hombre a quién tanto despreciaba estaba en camino al cielo, lugar que el fariseo nunca vería a menos que ocurriera en su corazón un arrepentimiento verdadero.

Una oración Farisaica “Dios te doy gracias….”

13 Más el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mi pecador.

Se sienta atrás del templo.

Avergonzado de sus pecados, y por lo tanto no levanta sus ojos al cielo.

Golpeándose su pecho

Dice: “se propicio a mi pecador”

Dos resultados

14. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Haciendo gran énfasis, Jesús continua “Os digo”, afirma, “este hombre, en vez del otro, dando a entender claramente que “el otro no”.

El hombre publicano volvió a su casa “justificado”. Perdonado.

Dios mismo declara al publicano que ha sido justificado.

Ahora vuelve a su casa. ha sido quitado la tempestad en su corazón. Ahora todo es paz, porque esta profundamente convencido que la aprobación de Dios le pertenece.

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