Fe y Oración – Parte 7 – Confianza y fe

Transcripción

La semana pasada terminamos nuestra charla diciendo:
La fe es por naturaleza propia una abdicación, un abandono, un descanso; pero la Biblia la presenta también como una responsabilidad, como un medio necesario para apropiarse de la salvación.

Menionamos la escena de Pablo, (en Hechos 16) cuando el carcelero de Filipos le pregunta: «¿qué tengo que hacer para ser salvo?» la respuesta de Pablo fue: «cree en el Señor Jesús; así tu y tu familia serán salvos…» (Hechos 16:30 y 31)

Muy pocas veces se utiliza el verbo creer como mandato en el NT y vemos que la naturaleza de la fe implica un recibir, más que un hacer.
Sin embargo, la fe se presenta como algo imprescindible para la salvación. Aunque la fe no es parte eficaz de nuestra salvación, si es una apropiación necesaria para que la obra de Cristo en la cruz sea eficaz para nosotros.

Para que podamos ser justificados, nuestra fe no necesariamente tiene que ser fuerte, simplemente tiene que ser real, pues una fe débil puede apropiarse de Cristo quien es poderoso para salvar.

Finalmente, recordemos que aunque la fe verdadera envuelve la totalidad del ser, no debemos pensar que la salvación depende de la calidad de nuestra fe o de nuestra fe en sí misma.

Nuestra salvación depende de Cristo y Su obra redentora.

Una vez que somos justificados por medio de la fe, comenzamos una nueva vida en Cristo en la cual creceremos y, por la gracia de Dios, alcanzaremos progresivamente mayores grados de fe y un arrepentimiento más profundo.

Dijimos que los teólogos usualmente reconocen tres aspectos o elementos de la fe verdadera: Conocimiento, Asentimiento y Confianza.

Y dijimos que ésta corresponde a la «apropiación» de la salvación por medio de la obra redentora de Cristo Jesús.

Frecuentemente usamos los términos fe y confianza como si fueran sinónimos, pero la Escritura establece ciertas difernecias que hay que conocer.

Podemos encontrar la palabra Confianza en algunos de estos pasajes :

2 Reyes 18:18-21
19 Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
20 Dices (pero son palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí?
21 He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.

Job 8:13-14
13 Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;
Y la esperanza del impío perecerá;
14 Porque su esperanza será cortada,
Y su confianza es tela de araña.

Esas citas del AT, como muchas otras, nos ayudarán a entender mejor el concepto.

En el Hebreo existen dos palabras emuná -fe- y bitajón -confianza- y no son exactamente lo mismo.
Veamos la diferencia y la relación entre esos dos conceptos parecidos.
Todo aquel que confía en Dios, también tiene fe en él, pues el hombre sólo deposita su confianza en quien cree que tiene el poder de realizar lo que él pide.

Sin embargo, puede suceder que una persona tenga fe en Dios pero no tenga confianza en él;

Por ejemplo, cuando una persona considera tiene que ser merecedora de que Dios le conceda una petición porque ha pecado y cree que sus buenas acciones harán que Dios actúe o no a su favor. Esto es muy común.

Cuando esta persona considera que no tiene suficientes «méritos» como para que Dios le conceda su petición, no se da cuenta de que debe confiar en que Dios lo salvará de sus sufrimientos y sus tribulaciones o que le concedrá su petición, y entonces trata de obtener lo que quiere o necesita a través de los medios que tiene a su disposición en el mundo, poniendo toda su confianza solamente en ellos y no en Dios para que le ayude a tener éxito en su esfuerzo. Entonces podemos decir que esta persona tiene fe (emuná) pero no confianza (bitajón).

En cambio, todo aquel que tiene confianza indudablemente también tiene fe,

pues confianza se puede comparar con el fruto de un árbol y la fe con el árbol en sí; y así como el fruto es una señal evidente de la existencia del árbol, la confianza que la persona tiene en que Dios lo ayudará concediéndole sus peticiones demuestra la existencia de la fe, pues evidentemente ella cree que Dios tiene el poder de ayudarlo y lo hará.

Debemos saber que en nuestro corazón que todo está en manos de Dios, que él puede cambiar la naturaleza y no hay nada que le impida a Dios salvar al creyente de sus problemas y tribulaciones, incluso si el sufrimiento está muy cerca de él, pues los caminos de Su providencia son ilimitados.

Recodemos las palabras que están escritas en Romanos 8:35-39:

35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Son palabras en las que debemos confiar. Es decir Dios puede cumplirlas y lo hará.

Ahora, si confiamos en esas palabras y todas la promesas de Dios ¿por que decimos que es necesario orar?
Juan Calvino en su obra «Institución de la Religión Cristiana» (libro 3, capítulo 20), escribe sobre la oración.
El comienza hablando sobre la necesidad de orar:
«Nosotros necesitamos la oración porque es la manera en la que recibimos los beneficios de Dios».
Calvino plantea la pregunta: ¿Por qué, si Dios siempre hará sólo lo que sea su voluntad, nos molestamos en orar? ¿No es entonces la oración, superflua?
Y se responde diciendo que primero que todo, la oración nos transforma a nosotros, nos cambia. Además, la oración es una orden de Dios, y esto debería ser más que suficiente para cualquiera de nosotros.

Bueno, de esto hablaremos la próxima semana.

Dios les bendiga y su paz que sobrepasa todo entendimiento guarde sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús.

A.I. Saulo Murguia A.

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