Fe y Oracion – Parte 9 – Una fe tangible

Texto: Mateo 6

Transcripción

En la Parte anterior (Parte 8) dijimos que:

Si un hombre cree que posee fe, pero esa fe no lo conduce a una vida de oración, de santidad, alegría, paz interior, tranquilidad, paciencia y armonía con los demás, ciertamente debe orar más pidiendo a Dios que aumente su fe.

Y planteamos la pregunta:

¿Es posible tener una fe tangible en Dios?
La respuesta es: Si.

Podemos tener una fe tangible cuando pedimos a Dios por todas nuestras necesidades, hasta las más insignificantes.
De ese modo nos acostumbraremos a reconocer y sentor que Él es quien nos da todo. Así se adquiere una fe tangible.
El Señor Jesús mismo decía:
en Mateo 6:6
«6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.»
Es necesario que cada creyente se aísle, derrame su corazón delante de Dios como un hijo ante su amoroso padre, pidiéndole en palabras simples que tenga piedad de él que le prodigue sus favores. Estas oraciones serán atendidas.

Hay que orar por todo, hasta por lo más pequeño en insignificante.

Es muy probable que Dios te dará ropas, sustento y todas tu necesidades vitales aunque no las pidas.
Dios da a cada una de sus criaturas su alimento sin que se lo pidan.

Dice la Palabra de Dios, en Mateo 6:

«Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?»

Nosotros, como creyentes, debemos recibir todo mediante la oración.
Aun en la oración del Señor, nos enseña a pedir por esas cosas.

En general, el hombre tiende a pensar que no necesita orar y pedir a Dios por cosas pequeñas, o le parece que podría obtenerlas por sus propias fuerzas. Este pensamiento es erróneo.
Es como el que dice: «Con mi propia fuerza o el poder de mi mano obtuve este logro, o logré este acierto», y entonces presenta una larga lista de «grandes cosas» que ha hecho para Dios o para Su iglesia… sin Su ayuda. Es decir: cree que estas cosas provienen de su propia fuerza, sin darse cuenta de que recibe ese poder únicamente de Dios.

Cuando oramos por las cosas -incluso las mas obvias e insignificantes – comprendemos mejor que todo nos lo ha dado Dios. Eso es un gran beneficio de la oración.
Y entonces en nuestras vidas surgirá algo que viene desde el interior de nuestro ser, provocado por el Espíritu Santo… se llama gratitud.

Cuando, a pesar de todo, un creyente se empeña en creer en su propia fuerza o aptitudes, se está exponiendo a todo tipo de tribulaciones. Porque las tribulaciones le ayudarán a comprender su propia futilidad.

Una manifestación de la fe es la oración. Quien tiene fe, necesariamente ora a Dios.

En resumen

¿Para qué tenemos que orar si Dios sabe todos nuestros pensamientos y sabe exactamente todo lo que necesitamos?

En verdad Dios sabe todo, pero nos ha dado el regalo de la oración para que tengmos una relación viva con Él y para que desarrollemos nuestra fe y crezcamos en ella.

Si todas nuestras necesidades fueran satisfechas de una forma automática, nunca nos dirigiríamos a Dios y nunca podría crecer nuestra fe, y las consecuencias de ello serían desastrosas.

Ahora surge la pregunta: ¿Puede nuestra oración cambiar los planes de Dios? ¿Puede nuestra oracion, limitar la soberanía de Dios?
Dios nunca cambiará. Nuestra gran esperanza en la oración, entonces, no es cambiar lo que Dios ha planeado, sino llevarlo a cabo. }
No nos esforzamos por cambiar el corazón de Dios, sino por reflejar el corazón de Dios en nuestras circunstancias.

Pero de eso hablaremos la próxima semana, que será la última parte de esta serie…

A.I. Saulo Murguia A.

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