Amanecer con Dios

Meditación sobre Salmo 3 por el A.I. José Antonio Velázquez

Salmo 3 dice así:
“¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí.
Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.
Más tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza, con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo.
Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí.
Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; los dientes de los perversos quebrantaste.
La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición"

El título del salmo de David cuando huía de delante de Absalón, su hijo, nos recuerda la triste historia de un padre que escapa de su hijo, que es expulsado de su palacio y perseguido a muerte por su propia sangre; abandonado, traicionado por la mayoría de su séquito, encontrándose solo en medio de la nada después de ser “el rey David”.

El salmo número 3 también es titulado y conocido como El Himno matutino o Cántico de la mañana, y esto parte de la idea expresada en el versículo 5 que dice:

Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba.

Esto nos deja ver que David lo escribió una mañana dando gracias a Dios por la noche transcurrida a pesar de estar rodeado de enemigos.

¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!

Esta expresión nos proyecta a un hombre triste, un padre con el corazón roto, la conspiración encabezada por su hijo Absalón, crece rápidamente, teniendo más seguidores mientras que a David sus tropas le merman cada día más y el pueblo ya no lo sigue, su desgracia va de mal en peor.

El pueblo a quien tantas veces había liberado lo traicionará y le dará la espalda.

Estos hechos nos recuerdan a Cristo, quien también fue traicionado por el pueblo al cual liberó de sus iniquidades, pagando por su pecado con su vida; y ese pueblo pidió su muerte.

Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.

Sus enemigos afirmaban que para él no había salvación en Dios, este era el comentario más hiriente pues su consciencia lo acusaba del pecado contra Dios cometido con Betsabé y lo llevaba al temor de no tener ayuda ni salvación del Creador, sentirse abandonado por el Padre era peor que el desprecio de los hombres.

David experimenta el abandono al igual que Cristo cuando está en la cruz y exclama “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Este versículo es verdaderamente una herida dolorosa, el perder el gozo de la protección de Dios es devastador.

Más tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

El salmista reacciona en un acto de fe depositando toda su confianza en Dios, dándonos la idea de una protección total, de un escudo que rodea todo el cuerpo, tanto por arriba como por debajo, algo que nos abraza por completo y nos da paz.

Y el que levanta mi cabeza, solo Dios puede levantarnos de la inmundicia del pecado y darnos la gloria.

David sabía que ha pesar de que había tenido que salir exiliado y humillado de su casa regresaría triunfante por la voluntad de su Señor porque Jehová es siempre el que levanta nuestra cabeza.

Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo.

El salmista es explicito al decir: con su boca clamó, es decir, a orado en voz alta, más allá del pensamiento, expresa su petición a Dios con su boca, palabra que le sale del corazón.

David sabe que toda oración a Jehová siempre tiene una respuesta y enseguida lo reconoce al decir” Y Él me respondió desde su monte santo”.

Las respuestas a la oración son siempre un elixir dulce y reconfortante para el almaCharles H. Spurgeon

El clamor es un grito silencioso que sale del corazón y del alma, cuando oramos el Padre escucha ese clamor desde su monte santo; y el Cristo redentor, el perfecto intercesor ante Jehová por nosotros.

El salmista tiene un sentimiento de gozo y de gratitud pues se ha visto amenazado de muerte y a pesar de esto ha podido dormir y ahora se ha levantado. Dios lo sustento.

Yo me acosté y dormí y desperté, porque Jehová me sustentaba.

Primeramente, la fe de David le permitió descansar, dormir plácidamente pues Jehová estaba con él.

La pura aflicción de saberse perseguido y rodeado por sus enemigos lo hubieran matado de angustia, pero él durmió bajo la providencia divina de Dios; se entregó al sueño como quien se entrega a la muerte y despertó sano y salvo porque el Señor lo sustentaba.

David con estas palabras nos anima a tener fe en Dios ya que por su poder y gracia nos levanta de entre los muertos para darnos vida, vida eterna.

No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí.

David esta consiente de la grandeza y poder de sus enemigos siendo muchos en número, y aunque fueren diez mil se mantiene en la fe en Jehová quien lo sustenta.

Sus enemigos son guerreros despiadados mas él saldrá a la batalla no sin antes orar al Creador y clama a Dios como lo podemos ver en el versículo 7.

Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; los dientes de los perversos quebrantaste.

Toda su confianza esta en Dios, cualquier razonamiento o estrategia de guerra o militar no es coherente, ni lógica, pero basta con que Dios quiera y el saldrá triunfante, con que Dios se ponga tan solo de pie y él será salvo.

Jehová puede herir a todos sus enemigos en la mejilla y herirlos de muerte, pues al quebrantarles los dientes, como bestias salvajes los deja imposibilitados de alimentarse, lo que eventualmente les traerá la muerte.

Dios puede vencer a los enemigos de David, guarde a su protegido, su elegido.

Sálvame, Dios mío, clama David al Creador, a quien le dio el pacto de gracia, por lo que le llama Dios mío.

Se dirige a Él como su Dios porque es suyo y solo por la voluntad del Padre, de Él mismo.

La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición.

Las primeras cinco palabras de este versículo encierran toda la sustancia de la doctrina de salvación por la gracia de Dios, del Padre.

La palabra de Dios nos lo dice desde Génesis hasta Apocalipsis, el Padre llamó a los suyos para formar su pueblo santo y recae sobre ellos su bendición, Él lo prometió y lo cumple, por eso David le dice mi Dios, el Señor lo ungió la llamó a servirle, a ser suyo, a ser su hijo.

Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia Romanos 9:16
Sobre tu pueblo sea tu bendición

Aquellos que compraste con tu sangre, el Señor nos ha comprado, nos prometió la salvación y lo ha cumplido
Levantémonos día a día con la seguridad que Él nos sustenta y aun cuando todo nos sea adverso Él está con nosotros, con cada uno de los que formamos su pueblo, promesa cumplida.

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