Encuentro de Jacob con Dios, cara a cara

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Meditación sobre Daniel 1:1–9; 14-17 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith – Cd. de México

Transcripción…

Daniel 1:1–9; 14-17
Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.

Cómo ya bien vimos en la meditación anterior Dios sigue trabajando en Jacob y nos da una gran enseñanza cuando antes de emprender una acción ora a Dios poniendo su confianza en Él, pidiendo dirección y sabiduría, reconociendo que es de Quien depende para todo.

Una vez orado realiza la acción de obedecer a  Dios, con todo y el temor de saber que su hermano viene a su encuentro acompañado de 400 hombres, no teniendo la certeza si es un séquito para recibirlo o para atacarlo, más sabe que Dios está con él, el Señor se ha manifestado visiblemente con un ejército de ángeles al rededor de él.

Jacob obedece a Dios al regresar a su tierra, cuando  bien pudo ir a cualquier lugar lo más alejado de su hermano. La riqueza que  poseia le permitía hacerlo y humanamente podemos pensar que tendría éxito, pues era una cuantiosa fortuna, más Dios  ha sembrado en él la obediencia, y toma provisión para cruzar el Jordán con sus esposas, sus siervas y sus hijos poniéndolos a salvo,  demostrando con esto que es la cabeza de familia y por tanto su protector.

Jacob se regresa a enfrentar su destino en soledad y oración. Esta tranquilo pues su familia está a salvo y sabe que todo depende de Dios.

El versículo 24 narra: «Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Esta visión de Jacob parece difícil de creer en nuestra mente limitada y pecadora, no podríamos estar en la presencia de Dios de esa forma, pero en su misericordia y bondad el Señor permitió que algunas personas lo hicieran, si recordamos Éxodo 33: 11 «Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero

Y esto nos remonta a la lectura de Éxodo 24: 9-11 «Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.»

Ésto es prueba de que Dios se ha dejado ver cara a cara a quien ha dado está gracia. Podemos percibir que Dios lleva un propósito de enseñanza para Jacob,  hoy Israel, y para su pueblo, es decir para nosotros, y es que los siervos de Dios deben ser luchadores y que los conflictos a los que nos hemos de enfrentar no son más que ejercicios en los cuales fortalecemos nuestro conocimiento de Dios y por tanto nuestra fe.

Debemos aprender que así como la prosperidad viene de Él, también la adversidad,  ya sea por la vara que corrige nuestro andar por el pecado o por la fortaleza que nos da al aumentar nuestra fe, ya que a través de la adversidad aprendemos a depender de el Selor

Jacob no peleó contra aquel varónl, sino con el mismo. El Señor nos invita a entrar en contienda para fortalecer nuestra fe.  Calvino  lo explica así: «Él pelea contra nosotros con su mano izquierda, y por nosotros con su mano derecha. Dicho de otra manera: nunca nos dejará solos en las pruebas que Él nos da.»

Siempre estará a nuestro lado y llevará una enseñanza.

Hoy el mundo se enfrenta a una pandemia, las casas de oración y adoración a Dios están cerradas, la Iglesia, su pueblo  está disperso, tal pareciera que nos ha abandonado como pudo haber sentido Jacob. A merced de su hermano Esaú,  más no es así, nos ha proporcionado medios para llegar a los hogares de creyentes y no creyentes, nos ha hecho más fuertes y a la ves más dependientes de Él,  ha instruido a cada uno de sus hijos en su palabra y nos insta a voltear  a ver su rostro misericordioso haciendonos ver lo pequeño que somos en santidad y lo grande que somos en pecado.

Dios a través de los conflictos da  fortaleza a los fieles y nos enseña que todos los fieles podemos ser conquistadores de nuestras debilidades y tentaciones, pues sabemos que la fortaleza de Dios se manifiesta en nuestras debilidades y así nuestra exaltación  siempre estará acompañada de humildad, como la exaltación de Jacob,  a quien Dios le golpeó en la cadera y sentenció a cojear el resto de su vida.

 Así lo preparó para las grandes batallas que han de venir, cuando él pensaba que estaría en su tierra como en una jubilación lleno de riquezas y una gran familia. Más todos sabemos que no va a ser así.

Estemos atentos a lo que quiere Dios de nosotros y aceptemos su mano como  la del alfarero que modea como él prefiere para su obra redentora de la cual nos ha hecho participes.

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