José da la honra a Dios

Meditación sobre Génesis 41:8-40 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

Lectura del pasaje (Génesis 41:8-40)
Sin embargo, a la mañana siguiente se levantó muy preocupado, mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, y les contó los dos sueños. Pero nadie se los pudo interpretar. Entonces el jefe de los coperos le dijo al faraón: «Ahora me doy cuenta del grave error que he cometido. Cuando el faraón se enojó con sus servidores, es decir, conmigo y con el jefe de los panaderos, nos mandó a la cárcel, bajo la custodia del capitán de la guardia. Una misma noche, los dos tuvimos un sueño, cada sueño con su propio significado. Allí, con nosotros, había un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños, y a cada uno nos interpretó el sueño. ¡Y todo sucedió tal como él lo había interpretado! A mí me restituyeron mi cargo, y al jefe de los panaderos lo ahorcaron». El faraón mandó llamar a José, y en seguida lo sacaron de la cárcel. Luego de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón, quien le dijo: —Tuve un sueño que nadie ha podido interpretar. Pero me he enterado de que, cuando tú oyes un sueño, eres capaz de interpretarlo. —No soy yo quien puede hacerlo —respondió José—, sino que es Dios quien le dará al faraón una respuesta favorable. El faraón le contó a José lo siguiente: —En mi sueño, estaba yo de pie a orillas del río Nilo. De pronto, salieron del río siete vacas gordas y hermosas, y se pusieron a pastar entre los juncos. Detrás de ellas salieron otras siete vacas, feas y flacas. ¡Jamás se habían visto vacas tan raquíticas en toda la tierra de Egipto! Y las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas gordas. Pero, después de habérselas comido, no se les notaba en lo más mínimo, porque seguían tan feas como antes. Entonces me desperté. »Después tuve otro sueño: Siete espigas de trigo, grandes y hermosas, crecían de un solo tallo. Tras ellas brotaron otras siete espigas marchitas, delgadas y quemadas por el viento solano. Las siete espigas delgadas se comieron a las espigas grandes y hermosas. Todo esto se lo conté a los magos, pero ninguno de ellos me lo pudo interpretar». José le explicó al faraón: —En realidad, los dos sueños del faraón son uno solo. Dios le ha anunciado lo que está por hacer. Las siete vacas hermosas y las siete espigas hermosas son siete años. Se trata del mismo sueño. Y las siete vacas flacas y feas, que salieron detrás de las otras, y las siete espigas delgadas y quemadas por el viento solano, son también siete años. Pero estos serán siete años de hambre. »Tal como le he dicho al faraón, Dios le está mostrando lo que está por hacer. Están por venir siete años de mucha abundancia en todo Egipto, a los que les seguirán siete años de hambre, que harán olvidar toda la abundancia que antes hubo. ¡El hambre acabará con Egipto! Tan terrible será el hambre, que nadie se acordará de la abundancia que antes hubo en el país. El faraón tuvo el mismo sueño dos veces porque Dios ha resuelto firmemente hacer esto, y lo llevará a cabo muy pronto. »Por todo esto, el faraón debería buscar un hombre competente y sabio, para que se haga cargo de la tierra de Egipto. Además, el faraón debería nombrar inspectores en todo Egipto, para que durante los siete años de abundancia recauden la quinta parte de la cosecha en todo el país. Bajo el control del faraón, esos inspectores deberán juntar el grano de los años buenos que vienen y almacenarlo en las ciudades, para que haya una reserva de alimento. Este alimento almacenado le servirá a Egipto para los siete años de hambre que sufrirá, y así la gente del país no morirá de hambre». Al faraón y a sus servidores les pareció bueno el plan. Entonces el faraón les preguntó a sus servidores: —¿Podremos encontrar una persona así, en quien repose el espíritu de Dios? Luego le dijo a José: —Puesto que Dios te ha revelado todo esto, no hay nadie más competente y sabio que tú. Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo cumplirá tus órdenes. Solo yo tendré más autoridad que tú, porque soy el rey.

José se ha quedo en la cárcel muy a pesar nuestro y él ha pasado por una prueba muy dura, pues imagínense, el copero a pesar de haber hecho compromiso de ayudarle a salir de prisión intercediendo ante Faraón ni siquiera se acuerda de él. José por otro lado, para nada se vanagloria de esto, pues desde un principio le da el reconocimiento a Jehová, ya que es Él quien da los dones para el servicio de los demás.

José no ha dejado de estar protegido por Dios, solo que a veces nuestra visión no alcanza  para ver sus bendiciones porque a duras penas vemos al ras de suelo y Dios tiene una visión total en tiempo y espacio, José sigue estando preso y su condición de esclavo no ha cambiado, más no en una cárcel cualquiera, sus compañeros de prisión eran oficiales de gobierno, gente muy  importante y de buen conocimiento de lo que  ocurría dentro del gobierno de Faraón,  por lo que José adquiere una preparación muy completa de la política y administración del reino egipcio, en todo este tiempo Dios está preparando a José, en paciencia y conocimiento para la gran tarea que le ha de encomendar, y que nadie se podía imaginar, solo Dios el Creador lo sabía.

A Faraón le llegan sueños que le aterran y no encuentra su significado, ha llamado a los magos y hechiceros pues son dos sueños que tienen cierta similitud: uno es de vacas y el otro de espigas y tienen en común que tanto las vacas como las espigas flacas y de débil aspecto se comen a las buenas esto inquieta al Faraón grandemente.

El copero ahora tiene contacto directo con Faraón pues es parte de la servidumbre de confianza y quien se acuerda de José, de como  interpreto fielmente su sueño y el del panadero y le cuenta a Faraón de José y ni tardo ni perezoso lo manda  traer. Y estando en su presencia dijo Faraón a José «Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo intérprete; más he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Respondió José a Faraón diciendo: No está  en mi; Dios será el que de respuesta propicia a Faraón».

Gen. 41: 15- 16.

Con esto,  Moisés demuestra el respeto a Dios  que José tiene y que Jehová  es dueño de toda la  sabiduría y conocimiento, José se declara como un portavoz de Dios y le aclara  que él Señor  será quien tome la decisión de  compartir con el Faraón lo que significan, pues las interpretaciones son de Jehová.

José hace algo muy atrevido pues al decir que las repuestas son de Dios a un pagano adicto a la superstición expone su cabeza nuevamente, y le aclara que él no es ningún hechicero pero la interpretación del sueño es tan fiel que Faraón va a confiar en José aun más.

La respuesta de José dando la honra a Dios provoca que el Faraón también reconozca la autoridad del Dios de José y lo pone a él al mando de toda la operación para recolectar los granos y salir adelante en el tiempo de la hambruna, Faraón puede ver el cuidado de Dios hacia José.

Ahora José es un hombre de poder, su tiempo de situaciones adversas a quedado atrás y ha servido para forjar su carácter, para desarrollar su plena confianza en su Señor, para aprender a dependender de Él aunque todo pareciera injusto, Dios ha trabajado en el corazón, la mente y el cuerpo de José para prepararlo para cumplir el propósito que tenía para él, el ser bendición a todos los pueblos de la tierra y preservar al pueblo elegido de Dios.

Como enseñanza debemos aprender que todo buen predicador comunicará la palabra de Dios en la forma que Él se lo permita e interpretará lo que el Señor quiera que comunique a su pueblo.

José sabe su papel en esta historia, es un mensajero de Dios, quien durante todas estas duras situaciones lo ha cuidado y ahora puede empezar a ver con claridad porque tuvo que pasar por ellas, su confianza en su Señor ha crecido y se ha fortalecido, Dios así lo ha querido.

Nadie puede saber lo que ha de suceder, ni por qué, ni para qué, pero Dios si lo sabe puesto que Él es quien ha escrito la historia de la humanidad y de sus hijos en particular. Confiemos en el Señor de que nos ha de llevar a un buen fin, que es a su lado, en bellas moradas que su Hijo amado ha preparado.

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