Busquemos las cosas de Dios

Meditación sobre Colosenses 3:1-11 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

CDMX, viernes 5 de noviembre de 2021

Cuando le preguntan a un niño qué quiere ser, o a que se dedicara en la vida, muchos de ellos contestaran quiero ser bombero, piloto, astronauta, sicario, traficante o presidente.

Si se hace la misma pregunta a un estudiante de bachillerato o con más estudios contestara que alguna carrera profesional o al comercio.

Los valores de la sociedad han ido cambiando con el tiempo y muchas personas solo piensan en cumplir sus deseos y metas sin tomar en cuenta a Dios.
Los cristianos encontramos en la biblia en el libro de Isaías 46: 9 al 11 estas palabras:

9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,
10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;
11 que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.

Cuando emprendamos algún proyecto o una obra oremos pidiendo su bendición, Dios nos llama a hacer su voluntad y tener presente que todas las cosas están en su mano. Él gobierna todas las cosas y nada escapa de su poder.

En los versículos 1 y 2 de nuestro pasaje en Colosenses 3 dice:

1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

El Apóstol Pablo confronta a los Colosenses y a nosotros también a dar un testimonio verdadero de que Cristo es el señor de nuestra vida y a buscar primordialmente el estar en comunión con Dios, sin distraernos en las cosas del mundo, a ser fieles seguidores y servidores del señor.

Nos pide que dejemos de mirar el mundo pecaminoso que nos rodea, levantemos la mirada y enfrentemos la vida con nuestra mirada puesta en Cristo y tengamos la fe, la esperanza y el amor, en nuestro corazón, es decir, que los frutos del Espíritu sean parte de nuestra vida diaria y que lo reflejemos a todos los que están a nuestro derredor. 

En los versículos 3 y 4 del pasaje en Colosense 3 leemos:

3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Cristo con su sangre nos limpió del pecado, por eso tenemos nueva vida por la gracia de Dios en Cristo. Lo que éramos antes ya no existe. El hombre pecador murió y hemos resucitado en Cristo a una nueva vida, busquemos seguir sus mandamientos, estudiar su palabra bajo la guía del Espíritu Santo.

En Sn. Juan 17: 2 y 3 leemos estas palabras:

2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

El señor Jesús nos dice que los que hemos creído en él tenemos vida eterna, incluyendo la vida que vivimos aquí y la vida más allá.

Cristo es nuestro consuelo y nuestra vida está a salvo en Él. El espíritu nos da testimonio de que somos salvos por la fe. Cristo vive en cada uno de nosotros por su Espíritu, y vivimos para Él en todo lo que hacemos.

En Gálatas 2: 20 dice:

20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Hermanos, que nuestro testimonio sea para la gloria de Dios, como dice el Apóstol Pablo que en todo lo que hagamos tengamos presente que Cristo tiene en control de nuestra vida.

Cristo viene otra vez por todos los que han permanecidos fieles a sus mandatos, todos los redimidos cuya vida está escondida con Cristo, se manifestarán con Él en su gloria.

En los versículos 5 al 7 del pasaje leemos:

5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

El Apóstol Pablo nos pide una acción decisiva, pide a los Colosenses y ahora a nosotros, hacer morir nuestra naturaleza humana, los deseos de la carne.

Recordemos que el Espíritu Santo mora en nuestros cuerpos es, su habitación y ha, de ser usado para la gloria de Dios.

Nos pide dejar a un lado todo aquello que es un obstáculo en nuestra relación con Dios.

Los hijos de desobediencia son aquellos hombres perdidos en el pecado, piensan en pecar en sus corazones porque son pecadores y cometen estos pecados. 

En los versículos 8 al 11 del pasaje leemos:

8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,
11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

El Apóstol pide que seamos pacientes, tolerantes y honestos en nuestra manera de vivir y que todo lo que hagamos o hablemos sea para la gloria de Dios, hemos dejado atrás al viejo hombre con todos sus hechos. Porque volver atrás, sigamos adelante, renovándonos día a día en el conocimiento de Cristo.

En Mateo 6: 33 leemos:

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

El señor Jesús nos dice claramente que los pensamientos y afectos de todos nosotros estén dirigidos hacia las cosas celestiales, a buscar, a estudiar la palabra de nuestro Dios, estar en comunión con Él y a dejar que su propósito se cumpla en nuestra vida

A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.

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