Testigos

Los únicos testigos oculares de la resurrección fueron sobornados para mentir. Los que estuvieron presentes y vieron salir a Jesús de la tumba, dieron una versión falsa. Dijeron que los discípulos habían llegado para robar el cuerpo de Jesús mientras dormían. (Mt 28:11-15) Y ésta mentira corrió rápido, especialmente entre aquellos interesados en negar la resurrección de Jesús.

Pero, esta no había sido su primera versión, antes habían dado un informe, detallado y completo, a los “principales sacerdotes” (Mat.28:11) en el que  hablaban de la remoción de la piedra, de un terremoto y de cómo un ángel  de blanquísimos vestidos cuyo aspecto era como de relámpago, se sentó tranquilamente sobre la piedra. El hecho curioso es que estas personas mantuvieron su dicho hasta que los sacerdotes les pagaron para que propagaran una mentira. Entonces, estos mismos testigos, que antes habían temblado de miedo y habían quedado como muertos, difundieron la falsedad.

Las mujeres que llegaron para hacer, con toda ternura, los tradicionales ritos funerarios que se acostumbraban a un ser querido,  y que no los habían hecho antes  pues por ser  el día del reposo, éstas actividades no eran permitidas, eran mujeres incrédulas. Ellas esperaban encontrar  en la tumba, un cuerpo sin vida, por lo tanto, al ver la tumba vacía  lo único que acertaron a preguntar  fue: ¿dónde lo llevaron? Y mantuvieron su equivocación hasta que Jesús mismo se presentó ante  ellas y ellas lo reconocieron. Entonces se convirtieron en testigos veraces y dieron testimonio de su nueva fe, la que correspondía con la realidad.

Los discípulos supieron por ellas de lo sucedido y algunos fueron a la tumba para investigar. Así también los discípulos supieron por el mismo medio que las mujeres  de la resurrección: Jesús,  se les presentó vivo.

Jesús mismo es el principal testigo de su resurrección. Él mismo se presentó vivo, con todo y llagas, en numerosas ocasiones, a muchas y diversas personas.  Y todas ellas llegaron a ser testigos fidedignos. Sabemos de su resurrección por estos testigos. No tenemos por qué escuchar  a los guardias mentirosos, quienes, por un pago difundieron  falsedades. Nuestros testigos son a quienes Jesús mismo se presentó, y después de muerto lo vieron vivo. Esta verdad sigue hasta hoy,  y por lo tanto los que conocemos al Cristo Vivo damos testimonio de Él. 

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith. Boletín Buen Óleo 11 de abril 2004.   

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