Y vimos su gloria – Juan 1:14

Meditación sobre Juan 1:14 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Y vimos su gloria – Juan1:14

Transcripción…
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan dice sin ninguna duda que Jesús es Dios. Él declara que Jesús es el Creador de todas las cosas.
Ocho veces en el primer capítulo de Génesis dice: «Y Dios dijo».Dios dijo: Sea la luz, y fue la luz.Dios dijo: Que haya un firmamento entre los cielos y la tierra y lo hubo.Dios dijo: Produzca la tierra árboles y vegetación, y estos brotaron.
Y así…
El Hijo de Dios, estaba hablando para que existiera lo que el Padre había diseñado en esa asombrosa mente suya.
Cualquiera que estudie el entorno natural en el que nos desenvolvemos se asombra al ver la complejidad de la vida, la maravillosa simetría de las cosas grandes y pequeñas, lo que hay detrás de toda materia visible, las moléculas, el átomo, la composición de una flor o de un estrella.El orden, el diseño y la simetría que podemos observar en todo son asombrosos.
Todo eso estaba en el pensamiento de Dios, pero nunca se hubiera expresado hasta que el Hijo lo dijo; él habló y estas cosas llegaron a ser. Entonces, este Hombre asombroso, Jesús de Nazaret, en el misterio de su ser, no solo era un ser humano aquí en la tierra con nosotros, dice Juan, sino que fue Aquel que en el principio habló para que el universo existiera. Él lo entiende; él sabe cómo funciona; es capaz de dirigirlo, custodiarlo y guiarlo. Él habló para que existiera.
Además, dice Juan: Sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Él es esencial para ello; él es lo que lo mantiene en marcha y lo mantiene en existencia.
El Apóstol Pablo nos dice: Él sostiene todas las cosas (Colosenses 1:17).Hebreos dice: Él sostiene el universo con la palabra de su poder (Hebreos 1:3).
Juan vio con sus propios ojos la gloria de Cristo.Da testimonio en su Evangelio de Aquel a quien ha visto y conocido.No está escribiendo sobre un extraño; no está presentando las meras tradiciones o teorías o especulaciones de los hombres acerca del Hijo de Dios.El Verbo se hizo carne y Su gloria se manifestó. Juan fue testigo de esa gloria. Y vio prodigios que el Señor hacía en presencia de sus discípulos; escuchó Sus revelaciones de la verdad divina; observó su vida perfecta; lo vio resucitado de entre los muertos.Juan nos da hechos y una interpretación inspirada de esos hechos.
Nada puede derribar el testimonio de Juan.Ninguna teoría nueva, ningún descubrimiento científico, ninguna filosofía puede jamás lograr sacudir ese testimonio.Independientemente de lo que los hombres elijan creer y hacer hoy, nada en absoluto puede negar el hecho de que Juan y otros realmente contemplaron la gloria del Salvador del mundo y el Hijo del Dios viviente.Nada puede borrar el registro histórico de esas señales divinas que Juan y otros presenciaron.
El testimonio de Juan se mantiene, y nosotros, por la gracia y el poder de Dios, creemos ese testimonio.
Y miramos, con fe, hacia ese día cuando seremos admitidos a la presencia de nuestro Redentor y nuestro Dios, y nosotros también contemplaremos Su gloria.

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