Señales de Jesús. (3) Jesús sana al hijo de un funcionario del rey – Juan 4:43-54

Meditación bíblica sobre Juan 4:43-54 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Introducción

Un padre hará cualquier cosa para que su hijo enfermo se mejore.

Hoy, vamos a ver la historia del Evangelio de Juan donde Jesús sanó al hijo muy enfermo de un funcionario del rey.

Esta es la tercera de las siete señales de Jesús que Juan escribió con el propósito de que creamos 

“… que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:31). 

La tercera señal en Juan 4:43-54 nos enseña que Jesús es el Hijo de Dios que da vida por la palabra de su poder

Revisemos este pasaje: 

Jesús regresó a Galilea

Iniciaremos con Juan 4 versículos 43 al 45, en los que leemos:

Dos días después, salió de allí y fue a Galilea.
Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.

Jesús pasó dos días en Sicar. Se encontró con una mujer que había ido a sacar agua del pozo al mediodía (ver Juan 4:1-42).

Jesús tuvo una conversación con esa mujer y, como resultado, ella llegó a creer que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios y el único Salvador. 

Además de esa mujer, muchos otros samaritanos llegaron a creer que Jesús era en verdad el Cristo. 

Luego, Jesús salió de Sicar y viajó a Caná de Galilea. 

Sicar estaba en Samaria a casi 80 kilómetros de Caná en Galilea.

Jesús y sus discípulos posiblemente tardaron dos o tres días en recorrer esa distancia.

Mucha gente de Galilea recientemente había visto varios milagros que Jesús había hecho en la fiesta de la Pascua en Jerusalén (ver Juan 2:23). 

Jesús, que se había criado en Nazaret de Galilea, era bien recibido allí.

Sin embargo, a diferencia de los samaritanos que creían que Jesús era el Cristo y el Salvador del mundo, los galileos recibían a Jesús por sus milagros y popularidad y no por sus enseñanzas.

Jesús recibió una petición de ayuda

En el versículo 46, leemos acerca de Jesús: 

Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.

Capernaum estaba situada en la costa noroeste del Mar de Galilea, y se encontraba a casi 20 kilómetros de Caná.

Jesús había hecho de Capernaum la sede de su ministerio (véase Mateo 4:13; Lucas 4:31).

El “oficial del rey” era un funcionario que estaba al servicio del rey Herodes Antipas, tetrarca de Galilea desde el año 4 a. C. hasta el 39 d. C.

El hijo del oficial estaba enfermo.

El versículo 47 dice: 

Este (el funcionario del rey), cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 

No se nos dice lo que el funcionario sabía acerca de Jesús. 

Lo más probable es que el funcionario hubiera oído que Jesús podía sanar a la gente y fue a Jesús porque quería que sanara a su hijo. 

El funcionario no fue a Jesús porque creyera que Jesús era el Mesías. 

Debe haber amado mucho a su hijo porque estaba buscando desesperadamente una cura para su hijo, que estaba al borde de la muerte.

Es bueno que las personas recurran a Jesús cuando se encuentran en situaciones desesperadas. Y no hay nada mejor que recurrir a Dios.

Leemos en el versículo 48:

Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis.

Las señales apuntan más allá de sí mismas. Revelan la gloria de Dios.

Vean lo que dice en Juan 2:11 

Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. 

Jesús dijo la palabra ver en plural: (Si no viereis -plural-señales y prodigios, no creeréis.), y por eso el desafío de Jesús no era sólo para el funcionario sino también para el resto de la gente que se encontraba con él.

Jesús quería que ellos vieran no sólo las señales, sino hacia donde esas señales apuntan. 

Quería que vieran que él era Cristo enviado de Dios. 

Algunas personas hoy en día todavía buscan milagros. Buscan predicadores que afirman hacer milagros. No obstante, Jesús hizo milagros para alentar la fe de las personas en Él. 

El propósito de los milagros era señalar a Jesús. Esos milagros debían estimular la fe en Jesús como el Hijo de Dios y Salvador.

En otras palabras, el objetivo de los milagros era Jesús y no el milagro en sí.

El versículo 49 dice: 

El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 

 El funcionario no se sintió ofendido ni de desanimó por las palabras de Jesús y siguió implorando a Jesús que fuera a sanar a su hijo. 

Se dirigió a Jesús respetuosamente, le dice “Señor”. 

El relato aun siendo tan breve, deja ver la angustia del padre por su amado hijo. No perdió el enfoque en lo que más quería: que su hijo fuera sanado; así que no discutió con Jesús sobre lo que había dicho, ni se puso en actitud defensiva. 

Jesús sanó al hijo del funcionario

En el versículo 50 leemos: 

 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 

 Jesús le ordenó al funcionario que regresara a su casa, le dice “ve” como una orden. Y afirmó “tu hijo vive”. 

No era una promesa, sino una afirmación. 

Jesús le aseguró al funcionario que su amado hijo ya estaba bien. 

Jesús estaba llamando al funcionario a confiar en él. Jesús no necesitaba estar presente para producir un milagro de sanidad. 

El funcionario creyó la palabra de Jesús y regresó a su casa. 

Los versículos 51 al 53 nos cuentan lo que le sucedió después al funcionario: 

Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa.

 La “hora séptima” era alrededor de la 1 de la tarde. El funcionario se dio cuenta de que esa era la hora exacta en que el día anterior Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. 

Jesús provocó una respuesta de fe

 Ahora veamos la respuesta del funcionario en el versículo 53: 

 Y creyó él y toda su casa 

Conclusión

Esta señal nos enseña que Jesús es el Hijo de Dios que da vida por el poder de Su palabra.

El propósito de todas las señales es mostrarnos quién es Jesús. 

Juan dijo en Juan 20:30-31

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. 

La capacidad de Jesús para sanar el cuerpo tiene como objetivo señalarnos la verdad de que él es el único que puede sanar nuestras almas y darnos vida eterna. 

La señal de Jesús de sanar al hijo del funcionario fue diseñada para señalarnos a él como el Hijo de Dios que concede vida, vida eterna, por el poder de su palabra. 

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