Un himno de confianza – Salmo 46 (Parte 3)
Meditación bíblica sobre Salmo 46 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
El salmo está bien compuesto, con tres estrofas de tres versos y un estribillo:
Primera estrofa (versos 1-3)
Segunda estrofa (versos 4-6)
Estribillo: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah” (verso 7)
Tercera estrofa (versos 8-10)
Estribillo: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah” (verso 11)
Primera estrofa (versos 1-3)
En la primera estrofa, el himno yuxta pone la imagen firme y segura de Dios como “refugio” con la imagen de la tierra y los mares alborotados.
La imagen de la “tierra” temblando y el “mar” rugiendo es una imagen de la creación misma en rebelión contra el orden creado por Dios.
Esta imagen es un recordatorio de que la condición caída de la creación va más allá de la mera desobediencia humana.
La condición caída abarca toda la creación, toda la naturaleza.
Así, la “ley” de la que habla el salmo es la realidad de que la creación misma está quebrantada y en rebelión contra el Creador.
Los terremotos, sunamis y todo tipo de eventos catastróficos causan destrucción.
Hay enfermedades, epidemias, pandemias y discapacidad. Nadie se libra de la muerte, el cuerpo ha de perecer.
Dios es la única fuente confiable de seguridad en la que se puede confiar en medio de esta rugiente rebelión: Dios es nuestro refugio, “por tanto, no temeremos”.
Como vemos, la primera estrofa se mantiene en el nivel más universal, nombrando la amenaza universal de la creación en rebelión y ofreciendo la promesa general de Dios (usando el término genérico elohim) como refugio.
Segunda estrofa (versos 4-6)
La segunda estrofa de este poema pone mas énfasis en la amenaza nacional que los imperios como Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma y muchas naciones más pequeñas plantearon a los descendientes de Jacob a lo largo de existencia de Israel. Pero también enfatiza en la promesa, al mwncionar la forma en la que la condición caída del pecado afecta al ser humano.
Esta segunda estrofa se enfoca más específicamente en la identidad nacional del pueblo elegido de Dios.
Se refiere a las naciones (hebreo: goyim) que amenazan “la ciudad de Dios” (Jerusalén) y el estribillo emplea tanto el nombre personal de “Jehová” como “Dios de Jacob”.La segunda estrofa se enfoca más específicamente en la identidad nacional del pueblo elegido de Dios.
Se refiere a las naciones (hebreo: goyim) que amenazan “la ciudad de Dios” (Jerusalén) y el estribillo emplea tanto el nombre personal de “Jehová” como “Dios de Jacob”.
Toda la creación está caída y en rebelión, pero el pecado y la rebelión humanos son más nefastos, o al menos más potentes, aunque solo sea porque la combinación de la inteligencia humana y la voluntad hacen posibles males como el genocidio y la guerra.
Así, “las naciones están alborotadas” (el verbo hebreo hamah se usa tanto para las naciones en el versículo 6 como para el mar en el versículo 3) resume la intensificación de la amenaza rebelde.
La promesa que presenta es la presencia de Dios con el pueblo.
La presencia de Dios se describe metafóricamente como “un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios”.
En el Nuevo Testamento, vemos a Jesús viniendo como la presencia y la habitación de Dios y como el cumplimiento de la promesa del Mesías (el descendiente real de David), quien está presente dondequiera que dos o tres se reúnan en su nombre, hasta el fin del mundo.
Estribillo: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah” (verso 7)
Tercera estrofa (versos 8-10)
La estrofa final del salmo culmina con una declaración de confianza que se disfraza como una invitación y luego con una promesa. La invitación es el grito imperativo: “¡Ven!” lo cual ocurre en los Salmos 95 y 66 en llamados a venir, ver lo que Dios ha hecho, y por lo tanto a alabar a Dios. Aquí, el llamado no es tanto para alabar a Dios, sino para venir y guardar silencio, para ser testigos de la poderosa capacidad de Dios para aplastar la rebelión y luego guardar silencio.
Al final, Dios incluso pronuncia la promesa: “Estad quietos, y sabed que yo soy Dios”. Saber, en hebreo, no significa simplemente reconocer algo intelectualmente, sino interiorizar o encarnar plenamente la verdad. Y luego la voz de Dios cierra el salmo afirmando la exaltación de Dios sobre las dos esferas de la creación que se han rebelado contra Dios en las estrofas 1 y 2 del poema: “Soy exaltado entre las naciones” (estrofa 2) y “Soy exaltado en la tierra” (estrofa 1).
Esa es la promesa tanto del salmo como, en un sentido más amplio, de toda la Biblia.
Que el Dios de Jacob y el Señor de Israel serán, al final de todas las cosas, un refugio fiel para aquellos que están atrapados en la condición caída de la creación y la humanidad.
Termina con el estribillo: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah” (verso 11)