Apropiándonos de la verdadera seguridad de la salvación – 2 Pedro 1:10

 En la meditación anterior hablamos acerca de las personas que no son salvas y los errores que los llevan a tener una falsa seguridad de su salvación. Uno de esos errores, es el resultado de tener una mala comprensión acerca de lo que requiere la salvación, practicando doctrinas falsas que los llevan por el camino equivocado. 

 Es por eso, que debemos de encontrar en la Biblia una base sólida; tanto de la elección, como de la doctrina referente a la salvación. Así, volvemos al pasaje que hemos venido citando en 2 Pedro 1:10:

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caerás jamás.

 Recordemos un poco las doctrinas falsas acerca de la salvación: tenemos en primer lugar, el universalismo. Doctrina que lleva a las personas a creer que todo el mundo será salvo. En segundo lugar, está el legalismo, y es la creencia de que la salvación se adquiere por obras. Y, por último, el sacerdotalismo. Las personas atrapadas en este error, son los que creen, que, por el hecho de pertenecer a una iglesia visible, de cualquier denominación, y participar en los sacramentos, sin tener conciencia plena de su significado, serán salvos.

 Es por eso que Pedro nos hace un llamado a que procuremos afirmar nuestra vocación y elección, porque de esta manera, podremos librarnos de doctrinas anti bíblicas de la salvación; y así podamos crecer y dar fruto como resultado de nuestra santificación.

 En las palabras de Pedro, se ve claramente la relación entre la seguridad y la elección. Podemos distinguir entre una y otra, pero es imposible separarlas, porque son una unidad. Al entender bien esto, adquiriremos una correcta doctrina de la salvación.

 Ahora bien, existen dos posturas completamente opuestas acerca de la elección:

 La primera, es la predestinación presciente. Básicamente consiste en que la salvación depende, de que nuestra creencia en Cristo, es la que nos va a salvar, y como Dios sabía desde antes de la fundación del mundo que íbamos a creer, nos eligió. Esta doctrina se basa en el conocimiento previo de la elección. Es decir, Dios, Señor del pasado, presente y futuro, desde su punto de vista, decidió elegir a aquellos que había pre visualizado que, al escuchar el Evangelio, iban a creer en su Hijo. O sea, que esta postura se centra en algo que nosotros íbamos a hacer, y Dios lo vio desde la eternidad pasada.

 La segunda, la elección Bíblica, es la elección para la salvación. En esta postura, Dios desde la eternidad elige a una parte de toda la humanidad caída, para responder a su llamado. Esta parte escogida la toma como Su pueblo, y este responde, como las ovejas al llamado de su pastor, porque han sido predestinados para ser salvos. Así, Dios hizo su elección, no porque iban a creer en Cristo al momento de escuchar el Evangelio, sino que, por Su pura misericordia, los eligió para que creyeran en Su Hijo. Así que, los que se salvan, es porque fueron elegidos para ser salvos. Es por eso, que la exhortación de Pedro a hacer firme nuestra vocación y elección es de suma importancia, para caminar por el mundo, seguros de nuestra elección.

 En la oración Sumosacerdotal de Jesús citada en el Evangelio de Juan 17:6 – 12, dice:

6He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos era, y me los diste, y han guardado tu palabra. 7Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti 8porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9Yo ruego por ellos; no rugeo por el mundo, sino por los que mediste; porque tuyos son, 10y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11Y ya no estoy en el mundo; mas estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la escritura se cumpliera.

Y en los vv. 20 y 21 dice:

Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos; para que todos sean uno; como tú, o Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me enviaste.

En esta oración Sumosacerdotal de Jesús, podemos ver dos puntos importantes:

 El primero, es que Jesús ora específicamente por Sus discípulos y por todos aquellos que han de creer por la palabra de ellos, no ruega por el mundo, refiriéndose a esa esfera caída de la humanidad, sino lo hace específicamente por sus discípulos y todos aquellos que creerán por su testimonio; esto lleva un maravilloso propósito: para que una vez que estén unidos en Su verdad, sean un solo cuerpo en Cristo, y así poder ser uno con el Padre y el Hijo; y de esta forma, todos creerán que el Padre envió a Su hijo.

 El segundo punto importante, es que todos los que acudieron a Jesús, aquellos que el Padre le entregó, fueron protegidos por Él para que ninguno fuera tocado por el mal y se perdiera, sólo el hijo de perdición para que se cumpliera la escritura. Así que, todos aquellos que han sido elegidos desde antes de la fundación del mundo, están seguros en las manos de Jesús, porque Él los guarda, Él los preserva, y esto es fundamental para tener la confianza de la salvación. Pero entonces, ¿cómo sabemos que somos de los llamados?

 En el libro de Efesios 2:1 Pablo dice:

Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.

Pablo les recuerda con mucha seriedad la pecaminosidad en la que andaban, sin embargo, Dios por su misericordia, les dio vida. Así, si has recibido vida, entonces eres de los elegidos; pero para recibir vida, tenemos que ser regenerados por el Espíritu Santo, una vivificación que va de acuerdo con la forma de ser de Dios. En el v.10 dice:

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras.

Entonces, ahora viene otra pregunta, ¿hemos sido regenerados?

Esto nos lleva a asegurarnos de tener un sano entendimiento de lo que es la regeneración, que tiene que ver con el nuevo nacimiento en el Espíritu. Esto mismo es lo que Jesús le dijo a Nicodemo que para entrar al reino de Dios, era indispensable nacer de nuevo, y esto, está relacionado con nuestro llamado. Una vez que entendamos esto y lo llevemos a la práctica, entonces podremos tener una verdadera seguridad de que la gracia del Señor nos alcanzó, y afirmar como Pablo:

Yo sé a quién he creído

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