Abre mis ojos y miraré

Meditación sobre Salmo119:17-24 por el Pbro. Pedro Arcos S.

Guímel

17 Haz bien a tu siervo; que viva,
    Y guarde tu palabra.

18 Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.

19 Forastero soy yo en la tierra;
No encubras de mí tus mandamientos.

20 Quebrantada está mi alma de desear
Tus juicios en todo tiempo.

21 Reprendiste a los soberbios, los malditos,
Que se desvían de tus mandamientos.

22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,
Porque tus testimonios he guardado.

23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;
Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

24 Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.

Podemos notar en este verso 17, que es una maravillosa petición.

El salmista está pidiendo bendición: “has bien”, pero también podemos observar al mismo tiempo que el salmista llega humildemente delante de Dios; dice,

Haz bien a tu siervo; que viva,
Y guarde tu palabra.

Esta es la razón por la cual pidió la bendición de Dios. El salmista no está pidiendo perdón ni la comodidad; su petición -del salmista- era para que la Palabra de Dios pudiera ser vivida y guardada.

Esta es una maravillosa oración que honra a Dios, la cual es escuchada en el cielo.

El verso 18 dice:

Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.

El salmista reconocía que sin la iluminación de parte de Dios, el ser humano no podía mirar lo que podría y debería ver en la Palabra de Dios. Encontramos la palabra abrir en el verso 18. Esto se ha utilizado en la historia de Balam, en donde el Señor abrió los ojos de Balam para que pudiera ver al ángel de Jehová parado junto al camino con su espada desenvainada.

El salmista no necesitaba una nueva revelación. Él necesitaba ver la revelación que ya había sido dada. Él no necesitaba ojos nuevos. Él necesitaba ver con los ojos que ya tenían lo que nos comunican las Escrituras.

Habla de las maravillas en la Escritura, pero únicamente se pueden ver cuando los ojos son abiertos por el Espíritu Santo. Esto significa que la oración es una parte importante en la lectura de las Sagradas Escrituras.

Algo lo que está implícito en este verso es que también significa que no todos ven las maravillas en la Palabra de Dios, pero cuando alguien las ve, Dios ha derramado su bendición y el favor de Dios.

Como creyentes en Cristo, si queremos ver cosas maravillosas en las Escrituras no es suficiente que nosotros únicamente le pidamos a Dios que abra nuestros ojos para que podemos verlas, también como creyentes debemos de escudriñar las Escrituras cuidadosamente.

Dios nos ha dado su Espíritu Santo, no para hacer que nuestro estudio sea innecesario sino para es hacerlo efectivo.

El verso 19-20 dice

Forastero soy yo en la tierra;
No encubras de mí tus mandamientos.
Quebrantada está mi alma de desear
Tus juicios en todo tiempo.

Esta es la misma petición que en el verso anterior, hecho por una diferente razón. El salmista quiere conocer y guardar la Palabra de Dios y llora para que así sea, pero ahora -debido a que él reconoce que la tierra no es su lugar, su hogar, él necesita comunicarse con su verdadera patria.

Quebrantada está mi alma de desear

Tus juicios en todo tiempo.

El salmista -su alma- deseaba la Palabra de Dios tanto, debido a que en realidad era forastero en la tierra; para aquellos que se sienten perfectamente como si estuvieran en el hogar, la palabra que viene a ellos desde el cielo es menos preciosa.

El versículo 21-24 dice

Reprendiste a los soberbios, los malditos,
Que se desvían de tus mandamientos.
Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,
Porque tus testimonios he guardado.
Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;
Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,
Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.

“Reprende a los soberbios” a aquellos que se desvían de los mandamientos de Dios. La palabra de Dios mismo dice que son tanto soberbios como malditos. Nada bueno puede venir de su desobediencia. seguramente conocemos la historia de Caín, el Faraón, Amán y Herodes manifestaron su soberbia, fueron reprendidos y maldecidos por Dios.

“Aparta de mí el oprobio y el menosprecio”,el salmista reconocía que a unos príncipes también se sentaron hablaron mal del salmista, pero el salmista no se apartaba de meditar en la Palabra de Dios, él simplemente ahora oró pidiéndole a Dios que tratará el oprobio y menosprecio que personas notables pusieron sobre él por su amor en la Palabra de Dios.

El salmista se deleitaba y confiaba en la Palabra de Dios mucho más que en las personas de alta posición de esta tierra como príncipes. Entonces el texto clave es: abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley.

Entonces es importante entender que sin la iluminación, sin la intervención de Dios no podemos mirar o entender su Palabra. Debemos pedirle siempre a Dios que ilumine nuestra mente y nuestro corazón para poder entender su Palabra.


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