Unidad en el cuerpo de Cristo (Parte 6) – Efesios 4:1-16

Meditación bíblica sobre Efesios 4:1-16 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción….

Esta es la parte 6 de la serie de meditaciones sobre el pasaje que se encuentra en Efesios 4:1-16

A esta serie le he llamado “Unidad en el cuerpo de Cristo”.

En los primeros tres capítulos de la epístola a los Efesios el apóstol Pablo establece una serie de doctrinas como la predestinación, la elección, la adopción, la redención, la obra del Espíritu Santo y la obra de Dios al unir el cuerpo de Cristo.

En los capítulos Efesios 4 al 6, el apóstol Pablo explica de manera muy concreta cómo esas doctrinas (o enseñanzas) se aplican a los creyentes.

En esta serie veremos solo el capitlo 4 versiculos 1 al 16

Ya hemos visto los primeros 7 versículos,
En la parte anterior vimoe el verisculo 7 que nos dice
Toda persona que se convierte en creyente en el Señor Jesucristo ha recibido y continúa recibiendo toda la gracia salvadora de Dios.

Y cada creyente recibe lo que Stott llama una «gracia de servicio», la gracia que equipa a cada creyente para servir, y esa «gracia de servicio» se otorga en diferentes grados a cada creyente según la medida del don de Cristo.

Entonces, si eres un creyente en el Señor Jesucristo, es seguro que tienes un don espiritual porque la gracia nos fue dada a cada uno de nosotros según la medida del don de Cristo.

Leamos los versículos 8 al 10

8 Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

En el versículo 8, Pablo está citando vagamente el Salmo 68:18 aquí en el versículo 8.

John MacArthur, sobre versículo 8, comenta que el Salmo 68 es un himno de victoria compuesto por David para celebrar la conquista de Dios de la ciudad jebusea y el ascenso triunfal de Dios (representado por el Arca del Pacto) al Monte Sion (cf. 2 Samuel 6–7; 1 Crónicas 13).
Al lograr una victoria como esta, un rey traería a casa el botín y los prisioneros enemigos para desfilar ante su pueblo.

Un rey israelita llevaría su séquito a través de la ciudad santa de Jerusalén y subiría al monte Sion.

Sin embargo, otra característica del desfile de la victoria sería la exhibición de los propios soldados del rey que habían sido liberados después de haber sido hechos prisioneros por el enemigo.

A estos a menudo se les llamaba cautivos recapturados, prisioneros que habían sido tomados prisioneros nuevamente, por así decirlo, por su propio rey y liberados.

Pablo está usando la vívida imagen del Salmo 68 para decir que el Señor Jesucristo, habiendo ganado la victoria sobre el pecado y la muerte, la tumba y el infierno, ascendió a lo alto al Padre y le presentó a todos los elegidos para quienes había ganado esta victoria.

Y como parte de su ascensión victoriosa, entregó dones espirituales a los creyentes que aún no habían muerto para que pudieran continuar su ministerio en la iglesia.

¡Qué cuadro tan glorioso!

Luego, en los versículos 9-10, Pablo aclara y amplía lo que quiere decir cuando escribe:
“9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.”

Se ha escrito mucho acerca de lo que significa “ascendió” y “descendió”.

Parece que Pablo estaba pensando en el descenso de Cristo del cielo a la tierra con todo lo que implicaba su encarnación, vida, crucifixión, muerte y sepultura, y en la ascensión de Cristo de la tierra al cielo con todo lo que implicaba su resurrección, ascensión y presente sesión a la diestra de su Padre. En resumen, Pablo estaba hablando de la humillación y exaltación de Cristo.

John Stott lo expresó de esta manera: “Lo que está en la mente de Pablo, por lo tanto, no es tanto el descenso y el ascenso en términos espaciales, sino más bien la humillación y la exaltación, trayendo esta última a Cristo autoridad y poder universales, como resultado de lo cual otorgó a Él gobierna la iglesia, el Espíritu mismo para morar en ella y los dones del Espíritu para edificarla o llevarla a la madurez.”

John MacArthur lo resume de esta manera:

“El punto de Pablo en Efesios 4:8–10 es explicar que el hecho de que Jesús pagó el precio infinito de venir a la tierra y sufrir la muerte por nosotros lo calificó para ser exaltado sobre todos los cielos (es decir, , al trono de Dios), a fin de que él pudiera legítimamente tener la autoridad de dar dones a sus santos. Por esa victoria obtuvo el derecho de gobernar su iglesia y de dar dones a su iglesia, para que pudiera llenarlo todo”.

Otras partes de la serie UNIDAD EN EL CUERPO DE CRISTO:

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