Una perspectiva correcta de la adoración – 1 Reyes 18:20-40

Meditación bíblica sobre 1 Reyes 18:20-40 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Introducción

Cuando tenemos una visión correcta de Dios como alto, santo, soberano y glorioso, vemos todas las demás cosas como deben ser vistas.
Entonces nos vemos a nosotros mismos -como lo hizo Isaías- como pecadores; vemos nuestros propios fracasos y debilidades, pero también vemos la adoración con mucha más claridad.

Al comprender la santidad y la perfección de Dios, podemos ver las cosas cómo Él lo quiere, y también nos damos cuenta que merece nuestra atención la adoración ya que tenemos que hacerla con todo nuestro corazón.

La adoración es un área en la que fácilmente podemos fallar como individuos y también como comunidad.

Adoramos a Dios de acuerdo con lo que pensamos, de acuerdo con lo que nos hace sentir bien, en lugar de hacerlo de acuerdo con lo que Él nos ha revelado en el texto sagrado que es Su Palabra.

Démonos un momento para reflexionar al respecto

¿Adoramos a Dios como Él lo ordena? ¿O lo adoramos de una manera que se ajusta a lo que pensamos y deseamos?

En el texto de hoy 1 Reyes 18:20-40, encontramos una confrontación entre la adoración a Dios y la adoración a los ídolos.

— ver pasaje al final —

Por cuestiones de tiempo sólo hará un breve resumen de esta historia, pero les sugiero que la lean con todo detalle.

El profeta Elías convocó a los falsos profetas de Baal al Monte Carmelo para un enfrentamiento frente a la nación de Israel.
Mientras la gente se reúne para ver esta confrontación, esta batalla por sus corazones y mentes, escuchan a Elías proclamar la verdad con valentía y sin miedo.
Comienza con la siguiente pregunta, para descubrir los verdaderos motivos de la adoración a Dios.
La pregunta es:

«¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero, si es Baal, síganlo a él.»

La pregunta es muy directa:
¿cuánto tiempo vacilarás entre dos posiciones?
¿Cuánto tiempo serás sacudido de un lado a otro en las olas de la incertidumbre?
¿Es la verdad de Dios tan difícil de discernir que te balanceas entre la verdad y el error, sin saber cuál es cuál?
Si Dios es Dios, ¡síguelo! Si Baal es Dios, ¡síguelo!
¡Elige a tu Dios y deja de ser indeciso!

Para determinar quién era el verdadero Dios, Elías propuso una prueba:

Cada lado en el enfrentamiento tomaba un toro, lo preparaba para el sacrificio, lo ponía en el altar, pero no le ponían fuego.

Entonces suplicarían a su dios y Elías oraría al Dios Todopoderoso, y el Dios que respondiera a la oración enviando fuego para quemar el sacrificio, ese era el Dios verdadero y debía ser adorado.

La gente estuvo de acuerdo. Los adoradores de Baal estuvieron de acuerdo. Y empezaron.

Los profetas de Baal comenzaron, prepararon el toro, lo pusieron en el altar y comenzaron a clamar que su dios escuchara y enviara fuego y así probara su divinidad. Hicieron esto durante la mitad del día, y Elías comenzó a burlarse de ellos: Oh, estaba en gran forma su dios. Los acusó incluso de que su dios había salido de viaje, de estar dormido, de estar en estado de meditación, o incluso de tomar un descanso por ahí. En cualquier caso, era evidente ya para Elías que Baal no podía escuchar a sus profetas.

Los profetas de Baal se sintieron presionados y se pusieron a hacer sus cosas con mas energía: gritaron, saltaron sobre el altar, se cortaron con cuchillos y sangraron por todos lados, y continuaron así durante 5 o 6 horas, todo para convencer a Baal -que era el dios del fuego y del relámpago- de que hiciera descender un poco de fuego sobre el altar.

Todos miraban hacia el cielo con expectación, pero no había nada. No había ninguna respuesta. No había fuego.
No había nada.

Ahora tocaba el turno a Elías. Lo primero que hizo no fue orar.
Lo primero que hizo fue arreglar el altar, porque el altar del Señor estaba en mal estado.
Tenía que arreglarse primero, antes de que pudiera hacer el sacrificio.
Quería estar listo para adorar.

Esta es una imagen poderosa para nosotros de la necesidad de adorar a Dios como Él manda.

Por falta de uso el altar había sido deteriorado y necesitaba ser reconstruido. Entonces Elías toma 12 piedras y con ellas reconstruye el altar.

Nos preguntamos por qué la adoración no es como debería ser. La respuesta es: porque hemos dejado lo que dice la Palabra de Dios y nos hemos ido por nuestro propio camino, tratando de darle a Dios lo que queremos darle en lugar de lo que Él exige.

Después de que Elías reconstruyó el altar, después de prepararse para orar, pidió que llenaran 4 tinajas con agua y luego se derramara sobre el altar.
Esas tinajas de agua eran enormes. Y les pidió que lo hicieran una segunda y hasta una tercera vez.
Viendo que había sequía, provocada por las oraciones de Elías tres años y medio antes, el agua escaseaba, y ya habían echado doce cántaros sobre el altar.

¿Elías hizo esto para probar que Dios podía quemar el agua? No.

El agua era tan escasa y tan necesaria que para cuando él y ellos virtieron toda esta agua sobre el altar, el pueblo había hecho un sacrificio sustancial, una inversión increíble en esta confrontación.

Y luego oró, diciendo:

«Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiéndoles el corazón a ti!»

En esa oración, por supuesto que no da «instrucciones» precisas a Dios; y, de hecho, ni siquiera menciona la palabra «fuego».

Simplemente le suplicó a Dios que se probara a sí mismo ante su pueblo y volviera sus corazones hacia él.

Y cayó fuego del cielo y consumió el altar, el sacrificio, la leña, las piedras, hasta el polvo y el agua.

Y el pueblo vio que Dios era verdaderamente Dios y ante esta demostración de poder se postraron sobre sus rostros y adoraron.

Dios fue glorificado.

Los profetas de Baal fueron muertos.

El pueblo se arrepintió y revivió.

Elías oró y la sequía terminó.

¿Que aprendemos de esto?

La adoración de ídolos junto con la adoración de Dios era una señal de la perspedtiva equivocada de la adoración y también una perspectiva equivocada de Dios que tenía el pueblo.
Necesitamos una visión correcta de la adoración. Por mucho tiempo, muchas iglesias han estado agregado la adoración de ídolos a la adoración a Dios.

Piensan que la adoración bíblica es «aburrida», «anticuada» o «fría», y tratando de «arreglar» eso, agregan sus propios elementos a lo que la Biblia nos dice acerca de la adoración.

Contaminan la adoración de Dios al hacer lo que quieren hacer, en esencia, hacen un ídolo de sí mismos, buscando complacerse a sí mismos en lugar de complacer a Dios.

Piénsalo. ¿Cuántas personas buscan una iglesia por lo que quieren obtener de ella?. Eso es idolatría.

Y es hora de que dejemos de titubear entre dos opiniones.

Una opinión afirma que Dios es Dios y debe ser adorado según la Biblia.
La otra opinión es que podemos hacer lo que queramos cuando queramos y Dios lo aceptará.

Las palabras registradas en el texto sagrado, la Biblia, la Palabra de Dios son claras.

Podemos encontrar cosas como esto:

Isaías 29:13

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;

Luego, mas tarde -en los evangelios- el mismo Señor Jesús cita esas palabras:
Están registradas en Mateo 15:8 y en Marcos 7:6 – dice:

Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí.

Entonces, ¿qué tipo de adoración es la que agrada a Dios?

Adoración en Espíritu y Verdad. De eso hablaremos con mas detalle en otra ocasión.

Para terminar hoy: ¿Qué quiere Dios en nuestra adoración? Devoción, amor y obediencia sin titubear, con seguridad basada en lo que Dios mismo ha revelado por medio de su Palabra.

La próxima semana hablaremos de la adoración que desagrada a Dios.

Lectura del PASAJE BÍBLICO – Isaías 18:20-40
Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas. Elías se presentó ante el pueblo y dijo:
—¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero, si es Baal, síganlo a él.
El pueblo no dijo una sola palabra. Entonces Elías añadió:
—Yo soy el único que ha quedado de los profetas del Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas. Tráigannos dos bueyes. Que escojan ellos uno, lo descuarticen y pongan los pedazos sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro buey y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego. Entonces invocarán ellos el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del Señor. ¡El que responda con fuego, ese es el Dios verdadero!
Y todo el pueblo estuvo de acuerdo.
Entonces Elías les dijo a los profetas de Baal:
—Ya que ustedes son tantos, escojan uno de los bueyes y prepárenlo primero. Invoquen luego el nombre de su dios, pero no prendan fuego.
Los profetas de Baal tomaron el buey que les dieron y lo prepararon, e invocaron el nombre de su dios desde la mañana hasta el mediodía.
—¡Baal, respóndenos! —gritaban, mientras daban brincos alrededor del altar que habían hecho.
Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió. Al mediodía Elías comenzó a burlarse de ellos:
—¡Griten más fuerte! —les decía—. Seguro que es un dios, pero tal vez esté meditando, o esté ocupado o de viaje. ¡A lo mejor se ha quedado dormido y hay que despertarlo!
Comenzaron entonces a gritar más fuerte y, como era su costumbre, se cortaron con cuchillos y dagas hasta quedar bañados en sangre. Pasó el mediodía, y siguieron en este trance profético hasta la hora del sacrificio vespertino. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió ni prestó atención.
Entonces Elías le dijo a la gente:
—¡Acérquense!
Así lo hicieron. Como habían dejado en ruinas el altar del Señor, Elías lo reparó. Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el Señor le había puesto por nombre Israel. Con las piedras construyó un altar en honor del Señor, y alrededor cavó una zanja en que cabían quince litros de cereal. Colocó la leña, descuartizó el buey, puso los pedazos sobre la leña y dijo:
—Llenen de agua cuatro cántaros, y vacíenlos sobre el holocausto y la leña.
Luego dijo:
—Vuelvan a hacerlo.
Y así lo hicieron.
—¡Háganlo una vez más! —les ordenó.
Y por tercera vez vaciaron los cántaros. El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja.
A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiéndoles el corazón a ti!»
En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando vieron esto, todos se postraron y exclamaron: «¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!»
Luego Elías les ordenó:
—¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno!
Tan pronto como los agarraron, Elías hizo que los bajaran al arroyo Quisón, y allí los ejecutó.

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