IGLESIA CONFESIONAL
Cuando nos identificamos como una iglesia confesional ¿qué es lo que comunicamos? y ¿a quién? los jóvenes de la iglesia están pensando en esto ahora, y esperan encontrar unas respuestas más completas, ya que van a estudiar el problema en detalle.
Sin embargo, el tema es importante, no solamente para los jóvenes, sino para todos nosotros. Aquí no podemos profundizarnos en el asunto; podemos solamente indicar algunos de los aspectos del tema e indicar por qué es importante.
Uno de los aspectos importantes de la vida de la iglesia es lo que el Credo Apostólico llama la “comunión de los santos”. La idea de “comunión” aquí es la misma que la palabra “koinonía” (griega) expresa, aunque a veces usamos la palabra «koinonía» como si fuese una expresión medio mística y un poco más allá de una clara definición, con fuertes elementos sentimentales y semi-emotivos. La verdad es que las dos palabras griega y castellanas tienen que ver con tener algo en común. La «koinonía» o la “comunión” en la iglesia se basan en la fe, la fe de todos nosotros, en la iglesia se basan, en la fe que tenemos en común. Es decir, nuestra fe, la fe de todos nosotros, tiene el mismo contenido. Es lo que todos creemos, lo que tenemos en común juntos confesamos las mismas verdades. Lo que confesamos es lo que nos une. Confesando lo mismo tenemos nuestra fe en común. El confesar lo mismo produce nuestra comunión, nuestra “koinonía”
En las iglesias «reformadas» (las que brotan de la Reforma Religiosa del siglo XVI) tenemos nuestras confesiones por escrito. Son el contenido de la fe que tenemos en común. Son los documentos de acuerdo. Se llaman «las fórmulas de unidad». El propósito de estas «confesiones» es el de unificarnos.
Para unirnos con otros en la fe, tenemos que saber qué es lo que creen los otros y lo que creemos nosotros. Si no sabemos lo que creemos nosotros, ni lo que creen los otros, no hay posibilidad de experimentar la unidad, o sea, la comunión, o la koinonía. El propósito de estos documentos es que sepamos lo que creemos a fin de que podamos promover la «koinonía» con otros que crean lo mismo. Por eso, estudiamos las confesiones.
Las confesiones que empleamos para que sepamos lo que creemos, a fin de que podamos saber si creemos lo mismo que los otros, son seis. Por supuesto, hay muchas más, pero estas seis son nuestras «fórmulas» de unidad». Son el «Catecismo de Heidelberg», la «Confesión de Fe» de los Países Bajos, los «Cánones de Dort», el «Catecismo Mayor» de Westminster, la «Confesión de Fe» de Westminster, y el «Catecismo Menor» de Westminster». Estudiamos estos documentos para saber bien lo que creemos, a fin de saber que, sí, es lo mismo de lo que creen los otros que creen en las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Las confesiones no están en lugar de la Biblia; no reemplazan la Palabra de Dios. Más bien, son resúmenes de las enseñanzas de la Biblia; son documentos pedagógicos para ayudarnos entender mejor las doctrinas de la Palabra de Dios. Las confesiones nos ayudan entender mejor la Biblia. Se basa en ella y confiesan claramente que la Biblia, y solamente la Biblia, es la Palabra de Dios.
Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado en| Boletín Buen Óleo