La gracia de Dios y la esperanza viva (10) – 1ª de Pedro 5:1-14
Hemos estado hablando de cómo el verdadero creyente busca vivir una vida distinta lejos de las concupiscencias de la carne, edificando su vida sobre la verdad de la palabra, la humildad, santidad y fiel deseo de glorificar a Dios.
Así mismo, Dios nos da la oportunidad de examinar nuestras vidas cuando somos probados; “el fuego de prueba es un proceso purificador” en donde Dios nos purifica quitando la escoria. Ahora, y ya para concluir con este estudio, daremos lectura a 1 Pedro 5:1-14
1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
12 Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis. 13 La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan. 14 Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.
Estamos llegando al final de esta carta, y ahora el apóstol Pedro nos da sus últimas recomendaciones. Nos dice que un fiel pastor cuidara de su rebaño, buscará alimentarlo adecuadamente llevándolo a los mejores pastos, a sí mismo revisará la tierra para verificar que no haya algo que pueda dañar a su rebaño, como plantas venenosas o serpientes. Así, del mismo modo, la tarea del anciano como pastor de los creyentes debe conducir a la congregación a los pastos verdes de la palabra de Dios, para que él creyente puede alimentarse y crecer en conocimiento y fe.
Recuerda: “La fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios” Romanos 10:17
También amonesta a los jóvenes a someterse a los ancianos, y esto no solo por su edad, también por su madurez espiritual.
Después nos advierte del peligroso enemigo, Satanás, describiéndolo como león rugiente que busca devorarnos, también es como una serpiente: sigilosa que en cualquier momento puede atacarnos, es un destructor y acusador, tiene gran inteligencia y poder, y todo un ejército de demonios que pueden ayudarlo en el ataque. Es un formidable enemigo y nunca debemos subestimar ni ignorarlo, o tomarlo en broma, cuando se trata de tal adversario debemos de “ser sobrios” y tener la mente bajo control.
Finalmente el apóstol Pedro termina su carta con una nota positiva, recordando a sus lectores y al creyente de hoy día que Dios sabe lo que hace y tiene pleno control. Sin importar cuán difícil pueda ser la prueba de fuego, veremos la gracia de Dios y tendremos una esperanza viva. Así mismo, uno de los estímulos que podemos encontrar en esta carta es que los santos que sufren pueden estar seguros de que un día su sufrimiento será transformado en gloria, y eso es posible porque Jesucristo sufrió por nosotros y luego entró en su gloria. El verdadero creyente sabe que depende de la gracia de Dios y que solo así será capaz de glorificar a Dios en tiempo de prueba.










