Señales de Jesús. (5) Alimentación de la multitud – Juan 6:1-15, 22-71
Meditación bíblica sobre Juan 6:1-15, 22-71 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Introducción
El apóstol Juan escribió El Evangelio según Juan. Jesús había hecho miles de milagros. Juan seleccionó solo siete de esos milagros, a los que llamó «señales», para ayudar a sus lectores a creer «que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (Juan 20:31).
Cada una de las siete señales apunta a una verdad diferente acerca de Jesús.
La primera señal está en Juan 2:1-11, donde Jesús convirtió el agua en vino en Caná de Galilea. Esa señal mostró que Jesús es el Cristo que inicia el nuevo pacto.
La segunda señal está en Juan 2:12-17, donde Jesús purificó el templo de Jerusalén. Esa señal mostró que Jesús es el nuevo templo.
La tercera señal está en Juan 4:43-54, donde Jesús sanó al hijo del oficial en Capernaum (aunque Jesús estaba en Caná de Galilea en el momento de la curación). Esa señal mostró que Jesús es el Hijo de Dios que da vida por la palabra de su poder.
La cuarta señal está en Juan 5:1-15, donde Jesús sanó a un enfermo en el estanque de Betesda. Esa señal mostró que Jesús es el Hijo de Dios que sana espiritualmente a las personas.
Hoy vamos a ver la quinta señal de Jesús, la alimentación de la multitud.
Voy a leer Juan 6:1-15, aunque principalmente hablaremos hoy acerca de la explicación de Jesús de esa señal en Juan 6:22-71.
Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? 6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? 10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. 11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
Esta señal (en Juan 6:1-15, 22-71) nos enseña que Jesús es el pan de vida que es soberano sobre el don de la vida eterna.
1 La gente quiere un pan perecedero
Alimentar a la multitud fue una señal asombrosa.
Jesús se fue a las colinas del lado oriental del mar de Galilea. Juan dice «Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.» (Juan 6:2).
Esta multitud llegó a ser extremadamente grande. Juan dijo que había unos 5000 hombres en la multitud (Juan 6:10).
Algunos estudiosos del tema han estimado que cuando se suman las mujeres y los niños que asistieron, había entre 15000 y 20000 personas en esa multitud.
Ya leímos la historia. Jesús alimentó a esta gran multitud con cinco panes de cebada y dos peces que un niño había traído para su almuerzo ese día.
Leemos en los versículos 12-13: «Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.»
Este es un milagro asombroso. Es el único milagro que se registra en cada uno de los cuatro Evangelios.
Juan anotó en el versículo 14: «Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.”
Pero Jesús no se quedó con las palabras de estas personas y vio lo que realmente había en sus corazones. Juan escribió en el versículo 15: «Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.«
Al día siguiente, la multitud encontró a Jesús al otro lado del mar de Galilea. Le dijeron: «Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿Cuándo llegaste acá? » (Juan 6:25).
Jesús les respondió en los versículos 26-27: «De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.«
Jesús veía mas allá de sus palabras, la gente corría detrás de Jesús porque lo veían como un hacedor de milagros. Incluso querían hacerlo rey.
Pensaban que Jesús supliría todas sus necesidades temporales, como la comida.
Pero Jesús aquí instó a las personas a encontrar una solución a su mayor necesidad, que es una necesidad, no material sino espiritual.
Dios nos creó de tal manera que todos tenemos necesidades. Buscamos satisfacer esas necesidades de muchas maneras.
Alejandro Magno (356 – 323 a. C.) fue un antiguo rey y conquistador macedonio que deseaba crear uno de los imperios más grandes de la historia. A pesar de sus numerosas victorias y vastas conquistas, se dice que lloró porque «no había más mundos que conquistar» a una edad relativamente temprana, lo que pone de manifiesto su insaciable ambición. Murió a la edad de 32 años.
Howard Hughes (1905 – 1976) fue un magnate de los negocios, aviador y productor cinematográfico estadounidense. Hughes era conocido por su insaciable deseo de riqueza, poder y perfección. Constantemente perseguía nuevas empresas y se volvió cada vez más solitario en sus últimos años, sin encontrar nunca satisfacción.
Estos son ejemplos de personas de diversos ámbitos de la vida cuyas necesidades nunca fueron satisfechas.
Todas las personas anhelan tener una satisfacción profunda y duradera en sus vidas.
Lo buscan de muchas maneras, pero muchos nunca lo encuentran.
Solo Jesús puede satisfacer las necesidades espirituales, así como las necesidades temporales, porque el Padre ha puesto su sello de aprobación sobre él.
Lamentablemente, sin embargo, la gente quiere un pan que perece.
2 El pan de vida no se gana (6:28-29, 47, 63, 65)
Fíjense, a pesar de que Jesús reprendió a la gente por querer un pan que perece, querían saber cómo adquirir este pan mágico del cual hablaba Jesús. Lo veían como un pan mágico.
Le preguntaron a Jesús: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?» (Juan 6:28).
La multitud creía que necesitaban hacer algo como lo hizo Jesús para poder tener pan para siempre.
La gente estaba acostumbrada a hacer cosas que creían que los hacían aceptables a Dios.
Pero Jesús afirmó algo profundamente opuesto a su pensamiento. Él dijo en el versículo 29: «Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel a quien él ha enviado«.
En otras palabras, solo la fe, la fe en Jesús es necesaria para el don de la vida eterna.
Para dejar esto muy claro, Jesús repitió el requisito de la fe sola en el versículo 47: «En verdad, en verdad os digo que todo el que cree tiene vida eterna«.
Alguien podría decir: «Pero, entonces la fe es una obra más»
La respuesta es: No. La fe no es una obra. La fe es un don del Espíritu.
Jesús aclaró este punto en el versículo 63, donde dijo: «El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.«
y luego, en el versículo 65: «Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.».
Todas las religiones del mundo creen que se ganan la vida eterna por algo que hacen. Su obediencia, su buena vida y sus buenas obras les otorgan un lugar con Dios en el cielo por la eternidad.
Solo el cristianismo cree en la vida eterna como un don gratuito que se recibe solo por gracia a través de la fe solo en Cristo Jesús.
3 No todos comerán el pan de vida (6:37, 48, 64-66)
Jesús dejó claro que él es el pan de vida. En el versículo 48 dijo: «Yo soy el pan de vida«.
Jesús estaba hablando a la multitud de judíos en Capernaum que lo habían seguido después de haber alimentado a una gran multitud con cinco panes y dos peces.
Jesús ya había declarado que él era «el pan de vida» en el versículo 35. Y acababa de referirse a la «vida eterna» en el versículo 47.
Jesús estaba dejando lo más claro posible que creer en él era la única manera de recibir la vida eterna.
Jesús dijo en el versículo 37: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.«.
Con esta frase deja clara la acción soberana de Dios.
El Padre ha elegido soberanamente a un gran número de personas para que crean en Jesús.
Cada una de las personas elegidas soberanamente vendrá a Jesús. Y cada una de ellas vendrá a Jesús para la salvación.
Jesús también dejó claro que no todos comerán el pan de vida. Él dijo en el versículo 64: «Pero hay algunos de vosotros que no creen.»
Juan, después de esto, añade un comentario: «Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.«
Jesús continuó en el versículo 65: » Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.«
La fuente de la salvación es Dios. Y no todos comerán el pan de vida.
4 Comerán el pan de vida los que estén capacitados para ello (6:44)
Serán atraídos por la fe y encontrarán a Jesús irresistible.
Jesús lo dejó claro en el versículo 44: «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.»
Todos los seres humanos somos incapaces de tomar cualquier tipo de decisión espiritual de creer en Jesús.
La razón es que desde la caída (desde Adán) todos los seres humanos tienen una incapacidad moral para recibir el evangelio. Esa incapacidad debe ser vencida por la obra regeneradora del Espíritu Santo.
Pero, Jesús dice aquí que el Padre le ha dado muchas personas. Ellos son los que nacerán de nuevo y podrán ejercer la fe.
Además, toda persona que confíe en Jesús será resucitada por Jesús en el último día.
Lo que Jesús estaba enseñando aquí es que aquellos que estén capacitados por el Padre comerán el pan de vida.
5 Los que comen el pan de vida nunca lo perderán (6:39, 40, 44, 54)
Jesús dijo esto cuatro veces en su conversación con los judíos.
Él dijo en el versículo 39: «Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.«
Él dijo en el versículo 40: «Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.«
Él dijo en el versículo 44: «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.»
Y dijo en el versículo 54: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.«
¡Qué gloriosa promesa para los que creen en Jesús!
Conclusión
Esta quinta señal Juan 6:1-15, 22-71 nos enseña que Jesús es el pan de vida que es soberano sobre el don de la vida eterna.
Los cinco puntos de este mensaje son, de hecho, los llamados «Cinco Puntos del Calvinismo«.
No les dije al principio que iba a enseñar los cinco puntos del calvinismo porque quería que vieran cómo cada punto se basa en la palabra de Dios.
El primer punto es la depravación total. Eso significa que cada parte de nosotros está manchada por el pecado. Es por eso que nunca tenemos nuestras necesidades completamente satisfechas.
El segundo punto es la elección incondicional. El Padre nos elige por su amor por nosotros y no por una elección nuestra. No ganamos nuestra salvación. Lo recibimos como un regalo.
El tercer punto es la expiación limitada. Jesús ha dado su vida en pago sustitutivo por los elegidos.
El cuarto punto es la gracia irresistible. Aquellos a quienes el Padre ha elegido para la salvación y aquellos por quienes Jesús ha pagado el castigo del pecado son aquellos a quienes el Espíritu Santo concederá el don de la salvación.
Y el quinto punto es la perseverancia de los santos. Aquellos que son creyentes en Jesús serán resucitados en el último día con Jesús. Continuarán en su caminar con Jesús por toda la eternidad.
La pregunta para ti es:
¿Quieres el pan de vida o quieres seguir persiguiendo el pan que perece?